(Raiding, Austria, 22 de octubre de
1811 - Bayreuth, Alemania, 31 de
julio de 1886)
Localización y una vista aérea del pueblo de Raiding (en húngaro Doborján), al este de Austria. Perteneció a Hungría hasta 1920.
El nacimiento de Franz tuvo el feliz augurio del paso de un cometa que brillo en la noche del 21 al 22 de octubre de 1811. El pequeño vio la luz en Raiding adonde sus padres, Adam y Anna, habían sido enviados para cuidar las tierras del príncipe Esterházy. Venían desde Eisenstadt, del palacio del príncipe, donde antaño prestara también sus servicios Franz Joseph Haydn (1732-1809). Adam sentía una gran afición por la música.
Adam Liszt, padre del compositor, en un retrato pintado en 1819, y Anna, la madre, en una miniatura de 1832.
El pequeño Franz sufría algunos trastornos nerviosos y, en cierto momento, pareció a punto de morir. Pero una vez cumplidos los seis años, su salud se recuperó. Su encuentro con la música se ajustó a la pauta del niño prodigio: una tarde, mientras el padre interpretaba al piano un concierto de Ferdinand Ries (1784-1838), Franz le escuchó con suma atención y horas después fue capaz de canturrear los temas y las ideas musicales que había oído. Cuando su padre le preguntó que qué le gustaría ser de mayor, cuenta la leyenda que el pequeño respondió: «Quiero ser como ese», señalando un retrato de Beethoven que colgaba en la pared. Adam, que deseaba abandonar Raiding, sometió a Franz a duras y fatigosas lecciones con las que el niño llegó a enfermar, se le dejó entonces descansar y leer, su predilección por lecturas cristianas marcó fuertemente su espíritu místico que en 1865, le llevaría a recibir las órdenes menores y, en la vejez, el tratamiento de abate.
Pasada aquella crisis el pequeño Franz dio pruebas de una capacidad extraordinaria, tenía todas las características del niño prodigio. El padre le llevó a tocar en la población próxima, Oedenburg, y luego a Eisenstadt. El 26 de noviembre de 1820 en Presburg, en el palacio del príncipe Esterházy: Franz concluyó su concierto con una brillante improvisación que impresionó vivamente a todos los aristócratas presentes, y algunos de ellos decidieron contribuir con sus aportaciones para ofrecerle una bolsa de estudios durante los siguientes seis años. Adam Liszt pidió licencia para dejar el servicio y acompañar al hijo. Anna Liszt quedó en Raiding. El padre no volvería allí, mientras que Franz, años más tarde, regresaría convertido ya en una celebridad.
Para empezar, padre e hijo se trasladaron a Weimar, al objeto de que Franz estudiara con el famoso Johann Nepomuk Hummel (1778-1837); pero los honorarios del maestro no estaban al alcance de sus posibilidades, por lo cual, buscando otros profesores, se instalaron en Viena a finales de 1820; su estancia se prolongaría hasta el otoño de 1823. En Viena, Franz dio clases de piano con Carl Czerny, y de composición con Antonio Salieri. Franz fue tan apreciado por Czerny (quien le puso el apodo de Putzi), que éste no le quiso cobrar nada por sus lecciones; por otra parte, en Viena se dio a conocer como concertista e incluso atrajo la atención del propio Beethoven que, con ocasión del concierto dado el 13 de abril de 1823 en la Redoutensaal, se conmovió al oírle y le beso en la frente. En diciembre de este último año, Adam y Franz dejaron Viena y se pusieron en camino hacia París. Ya en la capital francesa, su primera visita fue, para el director del prestigioso Conservatorio de Música, Luigi Cherubini, que se negó a admitir a Franz porque, según el reglamento, no era posible recibir alumnos extranjeros. Adam confió al muchacho a algunos profesores privados, como Ferdinando Paër (1771-1839) y Antonin Reicha (1770-1836).
Al igual que había ocurrido en Viena, el talento de Franz conmociono París: el pequeño concertista a sus once años de edad era acogido con entusiasmo en todos los salones. Por la misma época Paër le confió el libreto de Don Sanche ou le Château d'amour «Don Sancho o el castillo del amor», mientras que el fabricante de pianos Sébastien Erard encomendaba a las tournées del niño prodigio la promoción de su moderna fábrica de instrumentos. En 1824 y 1825, estas tournées se multiplicaron y se extendieron también a Inglaterra, además de las provincias francesas y de Suiza. Londres se le rindió enseguida y, como en París, la aristocracia y el propio rey Jorge IV le demostraron su aprecio. Pero se trataba todavía de un adolescente, y su inmadurez se hizo patente en la representación de Don Sanche, estrenada el 17 de octubre de 1825. Sin embargo, al año siguiente, Franz fue capaz de escribir y publicar una colección de estudios para piano que, reelaborados después, se convirtieron en sus célebres Estudios de ejecución trascendental (1851): en ellos se advertía una precoz madurez, sobre todo en lo tocante a su dominio del piano, verdaderamente excepcional.
Don Sanche - Overture
Don Sanche, ou Le château de l'amour es una ópera en un acto, única compuesta por Franz Liszt, con Libreto francés de Emmanuel Théaulon de Rancé, basado en una historia de Jean-Pierre Claris de Florian .
Los éxitos habían procurado a Franz y a su padre la independencia económica. Al joven, igual que le ocurriera de niño, se apoderaron de él nuevos fervores místicos. El 27 de agosto de 1825, en Boulogne-sur-Mer, la vida de Adam Liszt se apagó súbitamente durante un veraneo decidido para que Franz se repusiera de las fatigas de sus tournées.
En septiembre de 1827, Anna, la madre, se reunió con Franz en París. Desde entonces Anna Liszt no abandonaría la capital francesa, en la que fallecería en 1866, rodeada de nietos. la llegada de la madre coincidió con el primer gran amor de Franz. Apuesto y elegante a sus diecisiete años.
El joven músico era un personaje de moda. Recibir clases de piano de aquel «joven león» (así eran llamados los parisienses de moda hacia 1830) era un signo de distinción. Por eso, el conde de Saint-Cricq le encomendó la educación de su hija Caroline. La condesa, en su lecho de muerte, reveló al marido el sentimiento que había visto nacer entre los dos jóvenes. Nada más enviudar, el conde despidió fríamente a Liszt sin darse cuenta de que hacía trizas una verdadera pasión.
En septiembre de 1827, Anna, la madre, se reunió con Franz en París. Desde entonces Anna Liszt no abandonaría la capital francesa, en la que fallecería en 1866, rodeada de nietos. la llegada de la madre coincidió con el primer gran amor de Franz. Apuesto y elegante a sus diecisiete años.
Liszt jamás olvidó a Caroline. En 1844, catorce años después de la separación, Franz volvió a ver a Caroline, convertida en condesa de Artigaux. Aquel emocionante encuentro le inspiraría el lied titulado Ich möchte hingehen: «Quisiera irme como el crepúsculo». Caroline, fascinante y desgraciada, le confeso que conservaba «como algo muy precioso en mi corazón vuestras acciones, las pequeñas y las grandes, como la Santa Virgen guardaba las palabras de su Divino Hijo». Años después, Liszt quiso recordarla en su testamento y luego, al enterarse de su muerte, la definió como «una de las más preciosas bendiciones de Dios en la tierra».
Ich möchte hingehn
03.02.2015 Musikhochschule Trossingen Tenor: Xuecheng Zhang Klavier: Qi Wang
Año y medio tardó en recuperarse Liszt de la crisis en que se había visto sumido tras la forzada ruptura con Caroline de Saint-Cricq. De nuevo se manifestaron en él agudos brotes de misticismo, que el muchacho alimentaba con largos ratos de oración en la iglesia de San Francisco de Paula y con la compañía del también muy religioso Chretien Urhan, el primer violín de la Ópera.
El despertar de Liszt ocurrió en 1830. En aquel mismo año se estrenó el Hernani de Victor Hugo y fue interpretada la Sinfonía fantástica de Hector Berlioz, originando violentos conflictos entre conservadores y progresistas. Fue también el año en el que el pueblo de París expulsó a los Borbones del trono durante la revolución de julio. Aquel torbellino de sucesos e ideas estimuló a Liszt, por lo que no iba desencaminada su madre cuando, al verle proyectar la Sinfonía revolucionaria, dijo que había recobrado la salud a cañonazos. Y aunque la mencionada composición quedó en esbozo -sería transformada más adelante en el poema sinfónico Héroïde funèbre (1849-1850)-. A partir de aquel momento Liszt echó a andar por el auténtico y propio sendero artístico que acabaría conduciéndole a ser el punto de referencia inexcusable de toda la vanguardia musical del siglo XIX. El joven concertista hizo suya la causa del nuevo arte, convirtiéndose en compositor y consagrando gran parte de su tiempo a favorecer a otros, como Berlioz y Wagner
Héroïde funèbre
London Philharmonic Orchestra, Bernard Haitink conductor
Hector Berlioz Sinfonía Fantástica op.14 transcripción para piano de Franz Liszt
Movimentos
Rêveries – Passions (Sueños – Pasiones)
Un bal (Un baile)
Scène aux champs (Escena en los campos)
Marche au supplice (Marcha al cadalso)
Songe d'une nuit du sabbat (Sueño de una noche de sabbat)
Más tranquilas y más superficiales fueron sus relaciones con Chopin. En cuanto a creatividad eran polos opuestos: Chopin era fiel a la música «pura» ajena a cualquier posible descriptivismo, Liszt, en cambio, estaba decididamente orientado hacia la música «programática». Y, con todo, a la muerte de Chopin, Liszt le dedicó en 1852 una biografía en la que captaba con gran agudeza el espíritu de su música y demostraba su alto aprecio del estilo pianístico chopiniano.
En cuanto a Paganini, su virtuosismo fue para él como una especie de invitación y reto a trasladar al piano las extraordinarias acrobacias del genovés. Así nacieron la Fantasía sobre «La campanella» (1831-1832) y, sobre todo, los Estudios de ejecución trascendental sobre Paganini (1838). Debe decirse, empero, que la figura de Paganini suscitó también cierto rechazo en Liszt al considerarle ególatra y vanidoso.
Lang Lang - La Campanella 2012
Hasta 1848, Liszt, no lograría emprender aquella misión de compositor y organizador musical que iba a permitirle afirmar los ideales de la «música del futuro». Durante 18 años, pues, vivió sujeto a su actividad pianística, desarrollando una especie de simbiosis entre él y su instrumento.
A pesar de sus accesos de misticismo, Franz se sentía irresistiblemente atraído por la fascinación femenina, y a la vez tendía a someterse a mujeres de caracter dominante, como lo demuestran los dos vínculos estables: primero, con la condesa d'Agoult, hasta 1844, y luego, con la princesa Carolyne Sayn-Wittgenstein, hasta el fin de su vida.
En 1833, un grupo de intelectuales, entre los que se encontraban Liszt y la condesa Marie d'Agoult, fueron a visitar a Fréderic Chopin.
La amistad que nació entre Franz y Marie en casa de Chopin se transformó pronto en un amor irresistible y exclusivo. Liszt era muy dado a las pasiones repentinas, como la que había hecho erupción un año atrás entre él y la condesa Adèle de la Prunarède, con ocasión de encontrarse ambos bloqueados por la nieve en un castillo de los Alpes. Madame d'Agoult, hija del conde Flavigny y de una dama alemana, había recibido una educación refinada. Heredera de una gran fortuna, se había casado en 1827 con el conde Charles d'Agoult.
La pasión entre Marie y Franz se exasperó con la muerte de la hija de la condesa, Louise: la mujer la sintió como un castigo del cielo y, por su parte, Franz vivió aquella pena como propia. En el verano de 1835 salieron ambos de París en un carruaje, acompañados por la madre de él en un vano intento por salvar las apariencias. El escándalo fue, naturalmente, mayúsculo, y más cuando se supo que, a partir del 21 de agosto, la pareja había marchado a Ginebra, donde vivía en un apartamento. Marie se había divorciado el 19 de agosto, nunca se casó con Liszt. En diciembre de aquel mismo año nació el primero de sus tres hijos: una niña, Blandine, a la que seguirían, en 1837, Cósima (futura esposa de Richard Wagner) y, en 1839, Daniel. La buena sociedad ginebrina evitaba relacionarse con ellos, salvo excepciones. Liszt dio clases gratuitas en el Conservatorio ginebrino. Franz y Marie eran jóvenes y felices: en Chamonix, en el registro de huéspedes del hotel Unión, Liszt indicó sus datos personales calificandose de «músico-filósofo, nacido en el Parnaso, procedente de la duda, en camino hacia la verdad». En este periodo de ocio nacieron algunas páginas de Años de peregrinaje, en concreto, En el lago de Wallenstadt, Al borde de un manantial, Valle de Obermann, Las campanas de Ginebra, que se añadieron a la primera pieza inspirada en los tumultos populares de Lyon. Liszt se sintió imperiosamente llamado a regresar a París por la presencia de un temible rival: el pianista vienés Sigismund Thalberg (1812-1871). Volvieron todos a la capital francesa.
En 1833, un grupo de intelectuales, entre los que se encontraban Liszt y la condesa Marie d'Agoult, fueron a visitar a Fréderic Chopin.
La amistad que nació entre Franz y Marie en casa de Chopin se transformó pronto en un amor irresistible y exclusivo. Liszt era muy dado a las pasiones repentinas, como la que había hecho erupción un año atrás entre él y la condesa Adèle de la Prunarède, con ocasión de encontrarse ambos bloqueados por la nieve en un castillo de los Alpes. Madame d'Agoult, hija del conde Flavigny y de una dama alemana, había recibido una educación refinada. Heredera de una gran fortuna, se había casado en 1827 con el conde Charles d'Agoult.
La pasión entre Marie y Franz se exasperó con la muerte de la hija de la condesa, Louise: la mujer la sintió como un castigo del cielo y, por su parte, Franz vivió aquella pena como propia. En el verano de 1835 salieron ambos de París en un carruaje, acompañados por la madre de él en un vano intento por salvar las apariencias. El escándalo fue, naturalmente, mayúsculo, y más cuando se supo que, a partir del 21 de agosto, la pareja había marchado a Ginebra, donde vivía en un apartamento. Marie se había divorciado el 19 de agosto, nunca se casó con Liszt. En diciembre de aquel mismo año nació el primero de sus tres hijos: una niña, Blandine, a la que seguirían, en 1837, Cósima (futura esposa de Richard Wagner) y, en 1839, Daniel. La buena sociedad ginebrina evitaba relacionarse con ellos, salvo excepciones. Liszt dio clases gratuitas en el Conservatorio ginebrino. Franz y Marie eran jóvenes y felices: en Chamonix, en el registro de huéspedes del hotel Unión, Liszt indicó sus datos personales calificandose de «músico-filósofo, nacido en el Parnaso, procedente de la duda, en camino hacia la verdad». En este periodo de ocio nacieron algunas páginas de Años de peregrinaje, en concreto, En el lago de Wallenstadt, Al borde de un manantial, Valle de Obermann, Las campanas de Ginebra, que se añadieron a la primera pieza inspirada en los tumultos populares de Lyon. Liszt se sintió imperiosamente llamado a regresar a París por la presencia de un temible rival: el pianista vienés Sigismund Thalberg (1812-1871). Volvieron todos a la capital francesa.
Blondine, Cosima y Daniel Liszt, los tres hijos del músico y la condesa Marie d'Agoult. Blondine murió de parto a la edad de 27 años. Cosima y Daniel nacieron ambos en Italia.
Retrato de Marie d'Agoult
Liszt convenció a una de sus admiradoras, la princesa Belgiojoso, para que apadrinara un duelo pianístico entre los dos principales intérpretes del momento. El 31 de marzo de 1837, ante un público de entendidos, tuvo lugar el duelo y la princesa Belgiojoso sentenció salomónicamente «Thalberg es el primer pianista del mundo, Liszt es único».
Entretanto Franz se había visto forzado a reanudar su actividad como concertista sin regatear esfuerzos, y ello por evidentes razones de necesidad: emprendió giras por toda Europa. Se ganó las iras de los periódicos milaneses por haber escrito un artículo en la Gaceta musical parisina, en el que subrayaba el atraso del público de Milán, interesado sólo por la lírica; se excusó luego en una carta abierta, e incluso se dejó ver en la ciudad lombarda paseando en coche descubierto, para demostrar que no sentía ninguna desconfianza. Se dirigió a Viena para dar conciertos benéficos en favor de los inmigrantes húngaros, y dos años después, en 1840, volvió a Hungría, donde saboreo auténticos triunfos (algunos nobles contribuyeron para regalarle una espada con la empuñadura cuajada de piedras preciosas) y, naturalmente, no dejó de peregrinar a la tierra donde había nacido.
Pintura de Josef Danhauser que representa a Liszt tocando el piano con la condesa Marie d'Agoult recostada en el suelo a sus pies. También están retratados, de izquierda a derecha, Alexandre Dumas, Hector berlioz, George Sand, Paganini y Rossini. Sobre el piano un busto de Beethoven y, en la pared, un retrato de Lord Byron.
Durante sus vagabundeos, Liszt tuvo ocasión de conocer a diversas personalidades en el campo de la música. En 1839, en Leipzig, después de un recibimiento negativo por parte del público conservador, que no participaba de sus ideas progresistas, se vio apoyado por Mendelssohn y Schumann, este último ferviente admirador suyo. En 1840, en París, conoció a Richard Wagner, quien no era entonces más que un oscuro músico alemán huido de Riga por deudas. Los dos compositores volverían a encontrarse cuatro años después en Dresde, y en esta segunda ocasión Franz quedó positivamente impresionado por la representación de Rienzi, la ópera compuesta por Wagner en su juventud. Durante esta época tumultuosa, Liszt conoció a la actriz berlinesa Charlotte von Hagn y a Bettina von Brentano, la ilustre confidente de Goethe y de Beethoven.
Retratos de Bettina von Brentano, Charlotte von Hagn y Lola Montes.
Durante las ausencias de Liszt, Marie d'Agoult aguardaba pacientemente en París, pero sus relaciones se habían enfriado mucho y se rompieron definitivamente en 1844 cuando en la vida del célebre pianista irrumpió la bailarina hispanoirlandesa Lola Montes. Franz tuvo que hacer frente en adelante a los gastos de manutención de sus hijos.
Su primera estancia en Roma había tenido lugar en 1839, allí concibió algunas páginas más de sus Años de peregrinaje.
En agosto de 1845 tuvieron lugar en Bonn unos festejos en memoria de Beethoven, promovidos por Liszt. Fue uno de los principales protagonistas, dirigiendo e interpretando y, como compositor presentó su Cantata festiva para la inauguración de la estatua de Beethoven.
En esta litografía de 1842 figuran algunos de los más célebres pianistas de la época.
Las composiciones sinfónicas de Liszt son todas «programáticas», es decir, implican un tema, con frecuencia literario, que debe ser «descrito» o «interpretado» por la música. Precisamente a él se debe la expresión de «poema sinfónico».
Los poemas sinfónicos son trece y, salvo el último, fueron compuestos entre 1848 y 1858, en gran parte durante la estancia de Liszt en Weimar.
A continuación se sigue el orden cronológico, el orden de publicación es diferente.
A continuación se sigue el orden cronológico, el orden de publicación es diferente.
Les Préludes (poema sinfónico nº 3, S. 97). OSCSMA, Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior de Música de Aragón., Juan Luis Martínez, director.
En el primero, Los Preludios (1848) se hace eco de una frase del poeta Lamartine: «¿Qué es la vida, sino una serie de preludios de un himno desconocido, cuya primera y solemne nota entona la muerte?»
Ce qu'on entend sur la montagne, Symphonic poem No. 1 London Philharmonic Orchestra, conductor: Bernard Haitink
"Tasso, Lamento e Trionfo", poème symphonique n°2, sous la direction d'Alan Gilbert
Tasso (1849), con el subtitulo italiano de Lamento e trionfo, se inspira en la figura de Torquato Tasso.
En Hérodïe funèbre (1849-50) (vidéo que aparece en el tercer lugar de este documento), el tema se indica genéricamente en el título y refleja la misma atmósfera del segundo movimiento de la «Heroica» de Beethoven y del tercer movimiento de la Sonata en Si bemol menor, op. 35 de Chopin; este poema sinfónico es lo que queda de aquella Sinfonía revolucionaria bosquejada por Liszt en 1830.
Symphonic Poem No.5 "Prometheus" Yannick Nézet-Séguin The Philadelphia Orchestra
Prometeo, compuesto en 1850, se inspiró en el mito del descendiente de los titanes, benefactor de la humanidad y, por ello, castigado por los dioses, transformado en un símbolo esclarecedor del progreso humano.
Mazeppa, Pannon Philharmonic Orchestra, András Vass
La leyenda eslava de que nació Mazeppa (1851) le vino a través de la poesía que Victor Hugo dedicó a la figura de aquel rey traidor, condenado al bárbaro suplicio de ser arrastrado por el caballo hasta los confines de la tierra.
Festklänge - Chicago Symphony Orchestra/Sir Georg Solti
Festklänge "Sones de fiesta" (1853) carece de un auténtico programa narrativo, y es simplemente la evocación de un clima festivo.
Evan Alexis Christ
Orpheus, Orchester des Staatstheaters Cottbus Evan Christ, Conductor
Con Orfeo (1854) llegamos a otro tipo de poema sinfónico, en el que Liszt describe imágenes concretas, derivadas de las artes figurativas; en este caso se trata de una estatuilla griega de Orfeo conservada en el Louvre, en la que el mítico cantor aparece representado en el instante de perder a Eurídice.
Bonum TV
HUNGARIA S. 103 Conductor: Philippe de Chalendar
En aquel mismo año, Liszt compuso Hungría, un auténtico y cabal homenaje a su patria.
Leo Marillier
La Bataille des Huns - Leipzig Gewandhaus, Kurt Masur.
La batalla de los hunos (1857), inspirada en un cuadro histórico que representa la derrota de Atila en los Campos Cataláunicos y el encuentro del bárbaro rey con el papa León I.
天皇陛下万歳
Die Ideale - Bavarian Radio Symphony Orchestra/Kubelík (1974)
Siguieron, en el mismo año, Los ideales, sobre un poema de Schiller, Liszt quería representar tres momentos del espíritu humano: el entusiasmo juvenil, el desengaño y la voluntad creadora.
France Musique
L'Orchestre national de France dirigé par Daniele Gatti interprète "Hamlet", poème symphonique n°10
La serie de los doce Poemas Sinfónicos compuestos en Weimar se cierra con Hamlet (1858), en donde el compositor describe tres momentos de la tragedia Shakespeariana: el monólogo del protagonista, su fingida locura y la femineidad de Ofelia.
天皇陛下万歳
Von der Wiege bis zum Grabe, BBC Scottish Symphony Orchestra ILAN VOLKOV, conductor
Un decimotercer y último poema sinfónico vio la luz en 1881, en el periodo final de la vida creativa de Liszt, que lo tituló significativamente De la cuna a la tumba; está dividido en tres partes: La cuna, La vida y la lucha, La tumba, y es obviamente una especie de epílogo musical al concepto lisztiano de la existencia.
LOS AÑOS DE WEIMAR
Superados los treinta años, la máxima aspiración de Liszt era retirarse de la vida agotadora y, para él, restrictiva, de concertista. Intentaba dedicarse a su futuro como compositor y a su vocación de «músico del porvenir».
Sinfonía Dante
I. Inferno (Lento) II. Purgatorio (Andante con moto) Magnificat
No obstante, pronto Liszt había tenido que retomar la vida de concertista, en parte debido a su extraordinaria capacidad de virtuoso, y en parte impulsado por la voluntad de imponer al público europeo la gran literatura clásica romántica, desde Beethoven a Schumann y Chopin. Además necesitaba ganar mucho dinero para sostener a su familia, formada por Marie d'Agoult y tres hijos, Cósima, Blandine y Daniel.
Los problemas existenciales y artísticos de Liszt se habían agudizado en el curso de largos vagabundeos por Europa. No obstante, él halló un punto de referencia en Weimar, ciudad en la que había estado en 1841, con ocasión de una tournée que fue muy apreciada por la Gran Duquesa de Sajonia, María Paúlova, hermana del zar y madre del Gran Duque Carlos Alejandro. En 1842 regresó a Weimar para las bodas de Carlos Alejandro con la princesa Sofía de los Países Bajos. María Páulova le propuso entonces una relación de trabajo estable con la corte granducal. Mediante este acuerdo, el compositor se encontró en una posición de gran relieve. Bajo su dirección, en 1845 se celebró en Bonn un homenaje a Beethoven: de esta manera, la «música del porvenir» disponía de una base organizativa y de meritorios antecedentes.
Sinfonía Faust
1 Fausto 2Gretchen 3Mefistofeles
En 1848 el músico se estableció en Weimar, y durante casi doce años representó el papel de director de la vida intelectual de la ciudad. Alojado en un palacio, el Altenburg, que tenía las características de una pequeña corte, en compañía de la princesa Carolyne Sain-Wittgenstein (que había tomado el puesto de Marie d'Agoult), Liszt se dedicó a la doble actividad de compositor y organizador, asumiendo a menudo las responsabilidades de organizar las representaciones teatrales y las ejecuciones.
En 1858 cesó su labor de organizador a causa de una intriga contra él urdida con ocasión del fracaso de El barbero de Bagdad de Peter Cornelius. En 1861 Liszt abandonó la ciudad.
Durante las pausas de su actividad organizativa nacieron las principales obras creativas del músico: los doce Poemas Sinfónicos y las sinfonías inspiradas en Dante y en el Faust de Goethe, la Sonata en Si menor para piano, y los dos conciertos, también para piano, y, por último, la Misa de Gran.
Sonata en Si menor para piano _ Concierto para piano y orquesta n.º 1 en mi bemol mayor _ Concierto para piano n.º 2 en la mayor
Tras la muerte de María Paulovna, que siempre había apoyado incondicionalmente a Liszt, y por la hostilidad del Gran Duque Carlos Alejandro, quien advertía que su personalidad quedaba aplastada por la exuberante personalidad del músico, Liszt fue relevado de su cargo en la corte.
En los años de Weimar Liszt había protagonizado el escándalo de su convivencia con la princesa Carolyne Sayn-Wittgenstein, desposada con un dignatario de la corte rusa. Su convivencia con el compositor no dejo de provocar las protestas del zar, que no tenía intención de concederle el divorcio. Los acontecimientos se iniciaron en febrero de 1847, en Kiev, durante una tournée de liszt. Con ocasión del ritual concierto de beneficencia, la princesa, fascinada por el célebre pianista, había enviado la considerable suma de cien rublos. El músico la visitó para agradecerle, encontrándose con esta dama de veintiocho años. A los pocos días Liszt se encontró siendo huésped de la princesa en un latifundio de Podolia, en Woronince, entre Kiev y Odesa. Carolyne y Franz tenían algo en común: accesos de misticismo que manifestaban delante del crucifijo que llegaba hasta el techo, en la habitación de ella, o en la iglesia adyacente a la residencia. Tras pasar algunos meses en este dorado refugio, el compositor, concluyó su gira por Rusia y luego regresó a Woronince, donde todavía se entretuvo un tiempo. Por último decidió volver a Occidente, seguido prontamente por la princesa, que atravesó los confines de Rusia acompañada por su hijita María (llamada Magnolette), poco antes de que la frontera fuese cerrada a causa del estallido de los motines revolucionarios europeos de 1848. Carolyne había enviado con anterioridad un millón de rublos, obtenidos de la venta de una propiedad. Ella y Franz se encontraron en el castillo de Krzyzanowitz, propiedad de un amigo de él, el príncipe Lichnowsky. Estuvieron algunos meses, solos, en el castillo, y luego Carolyne quiso visitar los sitios donde Franz había nacido y pasado su adolescencia, Raiding y Eisenstadt. Finalmente llegaron a Weimar. En 1860, doce años más tarde, dedicó los Poemas Sinfónicos a Carolyne. Era una dedicatoria superflua, destinada sin embargo a ocultar el fin de una relación que el compositor y la princesa simularon continuar durante décadas.
La Misa Solemne o de Esztergom o, en alemám, de Gran, la compuso Franz Liszt para la consagración de la basílica de esta localidad, en 1856. En la imagen, que muestra una vista de Esztergom, se aprecia su basílica o Catedral de San Adalberto.
Durante el periodo que pasaron en Weimar se sucedieron algunos acontecimientos familiares de cierta importancia. La hija de Carolyne, Magnolette, a quien Liszt quería mucho, se casó con el príncipe de Hohenlohe. En cuanto a sus propios hijos con la condesa d'Agoultl, Liszt debió ocuparse de ellos, confiandolos en 1855 a la madre de su excelente alumno Hans von Bülow. Dos años después, Cósima se casó con Hans, y Liszt asistió a la boda que se celebró en Berlín el 18 de agosto; dos meses después, el 22 de octubre, Blandine se unió en matrimonio con el abogado Emile Ollivier, en presencia de Marie d'Agoult. Por último, en 1859, a los veinte años, murió de tuberculosis el tercer hijo del compositor, Daniel, estudiante de leyes en Viena. Daniel había ido a pasar las vacaciones de Navidad a Berlín, a casa de su hermana Cósima, y allí se apagó su vida en el curso de unos pocos días.
LA AMISTAD CON WAGNER
En los años de Weimar nace entre Liszt y Wagner una gran amistad, no sin problemas, cuando Cósima abandonó a Bülow y a sus hijos por el músico de Leipzig. La generosidad de Liszt fue decisiva para Wagner: en efecto, Franz le ayudó materialmente, enviándole dinero y promoviendo representaciones de sus obras; Wagner, con un egoísmo que en parte era típico de su carácter y que en parte estaba causado por su situación económica, exigía continuamente la ayuda del compositor húngaro. Wagner ejerció un constante poder sobre Liszt, quien, subyugado por su música y también por su agresividad, se volcó enteramente en favor de su causa. De esta manera, gracias a la ayuda de Liszt, Wagner se transformó en el protagonista de la vanguardia europea.
Los primeros encuentros entre ambos músicos habían tenido lugar en 1840, en París, y en 1844, en Dresde, cuando Liszt era un célebre concertista y Wagner un oscuro compositor. No bien Franz obtuvo el importante cargo de Weimar, Wagner comenzó su obra de seducción. Al principio se presentó, intencionadamente, como un artista reducido a la condición de siervo, intuyendo que así tocaba una cuerda sensible del corazón de Liszt, cual era la de su concepto de dignidad del artista. Gracias a Liszt, en 1849, se representó Tannhäuser en Weimar, Wagner, buscado por la policía por haber participado en los motines revolucionarios, debió refugiarse en suiza, pero dedicó la partitura de Lohengrin a Liszt. Comenzó entonces una correspondencia en la que se comprueba la exaltada admiración de Liszt por la música de Wagner, mientras este cerraba sistemáticamente sus declaraciones de amistad con la exhortación a hacer representar sus obras.
En 1853, ambos compositores se encontraron en dos oportunidades: primero, en Zürich, ciudad en la que Wagner se había refugiado por motivos políticos, y más tarde, en el mes de octubre, en Basilea, para seguir juntos a París.
La princesa Sayn-Wittgenstein soportaba mal la situación de inferioridad de Liszt, que ya era un artista de fama europea, respecto a Wagner, quien sin la intervención del húngaro nunca habría salido del anonimato. Liszt fue distanciando gradualmente sus relaciones con Carolyne (a la que no querían ni Wagner ni Cósima) a partir de 1861, cuando ambos se establecieron en Roma. Tal distanciamiento se originó, sobre todo, por las numerosas infidelidades del músico, que, a medida que sumaba años, alternaba cada vez más goces mundanos con accesos de misticismo. Sin llegar nunca a una separación declarada, Franz y Carolyne, se vieron cada vez menos. El punto de referencia de él fue la casa de Wagner y Cósima, la villa Wahnfried, en Bayreuth. En 1860, Liszt escribió su testamento, y en un pasaje quiso recordar a Wagner. No imaginaba que dieciséis años después, el 13 de agosto de 1876, acompañaría a Richard Wagner a la colina de Bayreuth, donde se levanta la Festspielhaus «sala de conciertos», para inaugurar solemnemente el primer festival wagneriano, destinado a transformarse en el centro de la que pareció ser una nueva época de la música.
EN ROMA, ENTRE MONTE MARIO Y VILLA D'ESTE
Liszt había escrito su testamento en septiembre de 1860, en Weimar, luego de que la princesa Sayn-Wigttgenstein se hubiese dirigido a Roma en el mes de mayo para tratar de obtener la disolución de su matrimonio.
A partir de 1861, Liszt se dedicó preferentemente a la composición de música sacra, volvió a dar conciertos de piano, pero sobre todo se dedico a la enseñanza de este instrumento tanto en Roma, donde contaba con la protección del papa Pío IX, como en Budapest, donde en 1870 se creó una escuela de música para que él la dirigiera; como organizador tuvo de nuevo a su disposición los teatros de Weimar, gracias al cambio de actitud del Gran Duque Carlos Alejandro, que, entre otras cosas, en 1870 le ofreció la villa de Hofgärtnerei, para que pudiera residir en ella durante sus estancias en Weimar. Como compositor se ocupó de la música religiosa y creó la Misa húngara (1867) para la coronación del emperador Francisco José, y los oratorios La leyenda de Santa Isabel de Hungría (1857-1862) y Christus (1855-1866), además de la partitura inacabada del San Estanislao de Bohemia, con la ilusión de poder fundar nuevamente una música para la liturgia católica equivalente a un nuevo Palestrina. En cuanto a su vida privada, más piedra de escándalo era la relación con la princesa Sayn-wittgenstein que sus numerosas infidelidades, no obstaculizadas por Carolyne, que, en cualquier caso, había confiado la tutela weimeriana de Liszt a una fiel mirada, la de la señorita Adelheit von Schorn. La princesa ya no volvió a salir de su casa romana en la que trabajaba en monumentales ensayos histórico-filosóficos y religiosos. El compositor, por el contrario, continuó viajando por toda Europa. En el transcurso de los viajes no se debilitaba su sensibilidad por la fascinación femenina. Ya en los años de Weimar, antes de 1860, al comienzo de su gran amor con la princesa Sayn-Wittgenstein, otras bellezas habían sido objeto de su atención: una misteriosa discípula suya de nombre Agnes, que se había instalado en Weimar, y Maria Jaleguis Mujánov, celebérrima dama de la época y amiga de Chopin. Más tarde, otras damas le sedujeron, en particular la baronesa Meyendorff, y la cosaca Olga Janina. Por último, a pesar de su avanzada edad, el consuelo de su vejez fue otra de sus alumnas, Lina Schmalhausen.
En 1870 el Gran Duque Carlos Alejandro puso a disposición de Liszt la villa de Hofgärtnerei para que pudiera residir en ella durante sus estancias en Weimar. La villa, que puede verse arriba en una fotografía, alberga actualmente un archivo y un museo lisztianos.
La misa de coronación húngara de Liszt fue escrita en 1867. Fue compuesta para la coronación de Francisco Jose I, emperador de Austria y su esposa, la emperatriz Elisabeth (Sissi) como rey y reina de Hungría, que tuvo lugar en junio de ese mismo año en Buda.
Oratorios La leyenda de Santa Isabel de Hungría, selección, y Christus, completo.
El músico con su alumna Lina Schmalhauen, a su lado, en los últimos años.
En realidad, la relación con la princesa Sayn-Wittgenstein se había interrumpido en Roma, cuando no se pudo celebrar el matrimonio. La noche del 21 de octubre de 1861, víspera del quincuagésimo cumpleaños de Liszt, Carolyne y Franz se recogieron en meditación: la boda había sido fijada para el día siguiente ya que, por fin, se habían superado las dificultades para la disolución del anterior matrimonio de la princesa. Pero en el curso de esa jornada un prelado llamó a la puerta para anunciar que el papa había suspendido su consentimiento a la disolución y había reclamado ver las actas del procedimiento: la notoriedad de la pareja y las reacciones de la corte rusa, a la que pertenecía el marido de Carolyne, habían provocado en la Curia una ulterior duda. A partir de ese momento no volvió a hablarse de matrimonio.
La vocación literaria de la princesa había servido en Weimar para dar un último barniz, y quizás algo más, a algunos escritos de Franz, en particular a la biografía de Frédéric Chopin y al ensayo sobre los Zíngaros y su música en Hungría (1859), así como a diversos artículos enviados a la prensa especializada de Francia y Alemania. En Roma, Liszt se estableció primero en vía Felice (la actual vía Gregoriana), y luego fuera de la ciudad, en el Convento della Madonna del Rosario, en Monte Mario, donde recibió la visita de Pío IX; en 1865 se trasladó a la ciudad del Vaticano y, a partir de 1869, fue huésped habitual del cardenal Hohenlohe, en la Villa d'Este, en el Tívoli. El 25 de abril de 1865 tomó las órdenes menores, que le daban derecho a vestir el hábito talar, hábito que abandonaba, casi como símbolo de sus contradicciones, durante sus viajes.
Los últimos años
Hasta los últimos años de su vida Liszt continuó viajando por Europa. Aparte de Roma, sus puntos de referencia eran Weimar y Budapest, a los que se sumó Bayreuth, donde murió tres años después de la desaparición de Richard Wagner.
Durante años había asistido a la desaparición de personajes fundamentales de su vida: en 1863 había muerto en Saint-Tropez su hija Blandine; en 1866 perdió a su madre, Anna, que se había trasladado a París en 1827 y que había cuidado de los hijos de Franz; Había muerto también Maria Jalerguis, en 1875, y Marie d'Agoult y George Sand, en 1876. Pero, para Liszt, la crisis más violenta fue la que representó la elección de Cósima, su única hija viva, que abandonó a su marido, Hans von Bülow, y a sus hijos para irse con Wagner. En 1867, Liszt había tratado de disuadir a la pareja, que pasaba una temporada en Triebschen, cerca de Lucerna, pero Wagner había opuesto su habitual fuerza de carácter al débil Liszt, quien al regresar de la ciudad suiza, dijo que había visto en el compositor de Leipzig a un Napoleón en Santa Elena. En 1870, tras la boda de Cósima con Wagner, Liszt rompió relaciones con la pareja, asistiendo, sin embargo, al estreno de La Walkiria en Munich, representación en la que el autor no estuvo presente. Esta crisis familiar se complicó con otra, de carácter personal, a raíz de la derrota francesa en 1870 a manos de los prusianos: Liszt se sentía, y era, francés, pero sus vínculos culturales con Alemania ya eran múltiples.
En 1872, con ocasión de la colocación de la piedra fundacional de la Festspielhaus de Bayreuth, Wagner comenzó a rondar a Liszt para hacer las paces. El 13 de agosto de 1876, en la solemne inauguración de la Festspielhaus, con la representación de El anillo del Nibelungo, Liszt fue colocado en el sitio de honor, al lado del rey de Babiera, Luis II.
En 1872, con ocasión de la colocación de la piedra fundacional de la Festspielhaus de Bayreuth, Wagner comenzó a rondar a Liszt para hacer las paces. El 13 de agosto de 1876, en la solemne inauguración de la Festspielhaus, con la representación de El anillo del Nibelungo, Liszt fue colocado en el sitio de honor, al lado del rey de Babiera, Luis II.
Carolyne Sayn-Wittgenstein en Roma, en 1876. La princesa no dejo de manifestar su oposición a que Liszt participase en la inauguración del Festspielhaus wagneriano.
Entre las más conmovedoras cartas de felicitación a Liszt por sus setenta años, en 1881, está la de Wagner, quien, tras una estancia de ambos en el Palacio Vendramin, le había dedicado la partitura de Parsifal. En este palacio, Liszt escribió una composición, La lúgubre góndola, que parece casi un presagio: en efecto, el 14 de febrero de 1883, en Budapest le alcanzó la noticia de la muerte de Wagner. Su primera frase fue: «¿Por qué no?»; ante la confirmación de la noticia, que le llegó a través de un telegrama de Daniela, hija de Cósima, dijo: «Hoy él, mañana yo». Escribió una carta a Carolyne: «Conocéis mi triste sentimiento de la vida: morir me parece más sencillo que vivir. La muerte, aunque precedida de los largos y espantosos dolores "del morir" (según la palabra de Montaigne) es la liberación de un yugo no deseado, que deriva del pecado original».
La lúgubre góndola Sobre la tumba de Richard Wagner
En el siguiente mes de mayo dirigió en Bayreuth Los encantos del Viernes Santo y una composición suya titulada Sobre la tumba de Richard Wagner. Luego reemprendió sus habituales vagabundeos por Europa. En 1881 había compuesto su último Poema Sinfónico, que hacía el número trece, De la cuna a la tumba, y había trabajado también en una definitiva versión de su más significativa composición para piano, los Años de peregrinaje. Por último, en 1886 emprendió un viaje que él mismo definió «suprême grande tournée»: en París asistió a una gran ejecución de la Misa de Gran y, en Londres, donde fue recibido por la familia real, fue ejecutada La leyenda de Santa Isabel, obra que también se ejecutó en el Trocadéro de París. Tras otras visitas a capitales europeas, el 20 de julio decidió regresar, pero durante el viaje en tren le afectó una corriente de aire. Llegó a Bayreuth, enfermó de congestión pulmonar, y al cabo de una semana murió.
Franz Liszt en un trabajo al pastel realizado por Franz von Lenbach en el año 1884
Su tumba se halla en dicha ciudad bávara, a la que había sido atraído por el afecto hacia Cósima y por la admiración hacia Wagner. Sólo dos personajes de relieve le sobrevivieron: Carolyne Sayn-Wittgenstein y Cósima Wagner. Cuando la princesa recibió la noticia de la muerte de Liszt, que se produjo a las dos de la madrugada del 1 de agosto de 1886, se metió en cama, se negó a recibir a nadie y no quiso tampoco que le llevaran la correspondencia. Permaneció en cama todo el invierno 1886-87, sin dejar nunca de trabajar, y acabó su obra literaria en febrero de 1887. Un mes más tarde, su hija y el cardenal Hohenlohe la hallaron muerta.
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