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domingo, 20 de mayo de 2018

Edvard Grieg (1843-1907)




















Edvard Grieg Nació en Bergen (Noruega) el 15 de junio de
1843, descendiente de una familia de escoceses cuyo apellido
original era Greig. Después de la batalla de Culloden (1746),
su bisabuelo, Alexander Greig, había emigrado a varios lugares,
para finalmente asentarse como comerciante en Bergen
alrededor de 1770. Sus padres fueron Alexander Grieg
(1806-1875), comerciante y vicecónsul en Bergen; y Gesine
Judithe Hagerup (1814-1875), profesora de música e hija de
Edvard Hagerup.




Infancia en Bergen





  Edvard nació el 15 de junio de 1843 en Bergen, en casa de una familia perteneciente a la alta burguesía. Descendía por parte de padre de un comerciante escoces, John Greig, cuyo hijo Alexander (bisabuelo de Edvard) se había establedido en Bergen durante la segunda mitad del siglo XVIII y había cambiado su apellido por el de Grieg. Alexander, además de comerciante, había sido cónsul inglés, al igual que su hijo John y su nieto Alexander. De la boda de este último con una muchacha de Bergen, Gesine Hagerup, nació Edvard. Descendía por parte de madre de un personaje muy pintoresco, el compositor del siglo XVII Kjeld Stub. La familia, además de contar con Edvard, que era el cuarto hijo, estaba formada por tres hijas y otro varón, John, que inicialmente se dedicó al violoncelo, aunque sin éxito.




Fotografía de los padres de Edvard Grieg: Gesine Hagerup y Alexander Grieg





  La madre de Edvard era una buena pianista aficionada, mientras que el padre tenía unos conocimientos muy rudimentarios de música, aunque no por ello dejaba de interpretar a los clásicos, entre los que distinguía sobre todo a Mozart. El cuadro familiar quedaba completado con un salón intelectual, muy considerado por Gesine Grieg. Edvard describe sus primeras experiencias musicales en un librito titulado Mi primer éxito: «Recuerdo perfectamente la secreta y maravillosa satisfacción que sentía cuando extendía los brazos hacia el piano, no ya para descubrir una melodía [...], sino una armonía, inicialmente una tercera, después un acorde de tres notas, a continuación un acorde completo de cuatro notas y finalmente, con las dos manos (oh, qué placer!), una combinación de cinco notas, es decir, un acorde de novena. Cuando hice este descubrimiento, mi felicidad no conoció limites. Fue un verdadero éxito. No ha habido ningún otro éxito que, después de aquel, me haya emocionado tanto. Tenía cinco años. Un año después, mi madre empezó a darme lecciones de piano. No me esperaba las desilusiones que tuve. Pronto hube de comprender que necesitaba hacer ejercicios, cosa que no tenía nada de agradable. Mi madre era severa, inexorablemente severa».

  A este autorretrato infantil Grieg hace seguir la descripción de su difícil adaptación a la escuela y el choque con un sistema educativo que preveía humillantes castigos, como la llamada corrección corporal, es decir, la vara: «La vida escolar me resultaba muy antipática; su severidad, su frialdad, su materialismo, me producían una impresión tan atroz, que mi corazón imaginaba las cosas más increíbles para evitarla, aunque solo fuera unos minutos. Ahora me doy cuenta de que aquella repulsión no era imputable únicamente al niño que yo era entonces, sino a la escuela y a su método. No conseguía entender como podía ser necesaria para la educación de los niños, tal era su crueldad. Hoy sigo teniendo la seguridad de que aquella escuela sirvió para desarrollar mis malos instintos y que, en cambio, ignoro cuanto podía haber de bueno en mí».




Retrato de Grieg niño realizado por su hermano mayor John 




  Unos años después entró en escena un célebre violinista noruego, Ole Bull, personaje pintoresco, amigo de Grieg. Había sido alumno del compositor y violinista alemán Louis Spohr y de Paganini, y en 1848 había tenido que marchar de Bergen después de enfrentarse con las autoridades de la ciudad a propósito de un teatro musical que debía organizar y dirigir. Era un violinista de talento y un célebre concertista, famoso por sus excentricidades y carácter impetuoso: en París se había arrojado al Sena, desesperado porque le habían robado el violín, pero había sido rescatado, y una señora le había regalado un precioso instrumento construido por el gran violero Guarneri. Después se había arruinado con la fundación de una colonia noruega en Pennsylvania, hecho que lo había empujado a dar conciertos por todo el mundo. Un día se presentó en casa de Grieg montado en un fogoso caballo árabe, quiso escuchar las composiciones de Edvard y, emocionado ante su talento, convenció  a sus padres de que le enviaran a estudiar a Alemania.

  Así se decidió el destino de Edvard Grieg y, en octubre de 1858, a los quince años, el muchacho fue inscrito en el Conservatorio de Leipzig. Acompañado por un amigo de la familia, atravesó el Mar del Norte y se alojó en Hamburgo, después de lo cual fue solo, en tren, a Leipzig.




Retrato de Ole Bull, violinista amigo de la familia Grieg. Fue él quien convenció a los padres de Edvard de que inscribieran al muchacho en el Conservatorio de la ciudad de Leipzig.


  

El conservatorio de Leipzig



  El prestigio del conservatorio de Leipzig derivaba del hecho de haber sido fundado en 1843 por Felix Mendelssohn y contado entre sus primeros profesores a Robert Schumann. Con la muerte de Mendelssohn y la desaparición de Schumann, en el conservatorio se había ido afirmando un mezquino tradicionalismo. La única presencia de relieve era la de Ignaz Moscheles, célebre pianista, pero compositor mediocre. Los recuerdos de Grieg en relación con esta época reflejan su renuencia infantil frente a unos métodos escolares represivos. Pese a todo, Grieg manifiesta simpatía a Moscheles, aun siendo éste tan vanidoso: «Me habían dicho en el Conservatorio, pese a que yo no se lo había oído nunca directamente de él, que daba el siguiente consejo a sus alumnos: "Tocad mucho a los grandes maestros, a Mozart, a Beethoven, a Haydn... y a mí". No puedo garantizar que la frase sea cierta, pero si que, por consejo suyo, me ejercité en sus Veinticuatro estudios, que los toqué todos y que estoy muy lejos de lamentar haberlo hecho».

  Antes de llegar a la clase de Moscheles, Grieg había sido alumno de otros dos maestros de piano, los dos absolutamente faltos de cualidades didácticas. El primero, Louis Plaidy, solo enseñaba a sus alumnos a mover los dedos de una manera mecánica y antimusical,  imponiéndoles que tocasen algo a tempo lento y con ritmos diferentes de los escritos. Por otra parte, este Plaidy no se arriesgaba a tocar delante de sus alumnos, contentándose con interpretar los primeros y fáciles compases de una composición de Mendelssohn, pero, al llegar a la parte difícil, se levantaba del piano diciendo: «y así sucesivamente». El segundo, Ernst Ferdinad Wenzel, tampoco proporcionaba ningún ejemplo práctico a los alumnos, es decir, no tocaba, y solo podía vanagloriarse de haber sido amigo de Schumann (quien en su momento había calificado la música de Wenzel de «pobreza pintada de color de rosa»). En lo que se refiere a los estudios preparatorios para la composición, es decir, armonía y contrapunto, Grieg tuvo que aceptar las normas del Conservatorio de Leipzig, que imponía a sus alumnos dos maestros para la misma materia: esto le permitió frecuentar las clases de un maestro pedante, E. F. Richter, y de otro más flexible, M. Hauptmann. Dejando aparte el hecho de que Grieg se vio obligado, como todos los demás alumnos, a hacer un doble trabajo para los dos maestros, una de sus fugas fue severamente corregida por Richter y, en cambio, alabada por Hauptmann.

  Durante su estancia de tres años en Leipzig, Grieg enfermó gravemente de pleuritis y, pese a las curas a que se sometió y a unas vacaciones en Bergen, no llegó nunca a recuperarse: en la práctica, solo le funcionaba un pulmón. Edvard concluyó los estudios musicales en la clase de composición de Carl Reinecke, que hacía poco tiempo había sido aceptado como director de orquesta en la Gewandhaus, la gran institución de conciertos que había sido dirigida por Mendelssohn y que, junto con el Conservatorio, era el centro de la vida musical de Leipzig y, en cierto sentido, de la Alemania septentrional. Grieg se expresaba de este modo sobre Reinecke: «Puedo dar con pocas palabras una idea de sus enseñanzas. Yo no poseía la más mínima idea de lo que podía ser la técnica de las cuerdas, pese a lo cual quiso que escribiese un cuarteto para cuerdas. Aunque me parecía absurdo, no fue inútil, porque pedí prestado a Mozart y a Beethoven, cuyos cuartetos estudié con pasión, lo que Reinecke no podía enseñarme, y escribí una composición a mi manera [...]. Más tarde, Reinecke me pidió que compusiera una Obertura. Yo no sabía ni siquiera qué era la orquestación, no sabía qué era un instrumento de orquesta, ¡pese a lo cual debía escribir una Obertura! Puse manos a la obra con aquel desprecio del peligro que es propio de los jóvenes.
Pero tenía poca fuerza, y me quede a medio camino sin conseguir avanzar. Aunque pueda parecer increíble, es rigurosamente cierto: En todo el Conservatorio de Leipzig no había una sola clase en la que fuese posible adquirir unos conocimientos primarios de las nociones fundamentales. La única suerte que tuve fue haber podido escuchar buena música en Leipzig, especialmente música de cámara y sinfónica, lo que compensó hasta cierto punto la imposibilidad de aprender la técnica. Desarrollé el aprendizaje, el espíritu crítico, el criterio, pero se produjo una gran confusión entre mis deseos y la posibilidad de expresarlos. Debo decir con gran pesar que esta confusión es el fruto de mi estancia en Leipzig [...]. El ambiente de Leipzig me puso un velo ante los ojos».

  No es posible dudar de las afirmaciones de Grieg ni de la veracidad de sus informaciones. Hay que considerar, sin embargo, que escribió sus recuerdos cuando ya era un hombre maduro, un compositor célebre y representante afirmado de la llamada escuela nórdica. Inconscientemente se sentía inclinado a subvalorar el influjo de la música alemana y a resaltar el aspecto autónomo de su creatividad, aunque fuera a costa de subrayar la ignorancia que había padecido en su juventud. En realidad, la actitud de Grieg fue análoga a la de casi todos los músicos «nacionalistas» de la segunda mitad del siglo XIX, para quienes la ignorancia era preferible al retrógrado y conservador academicismo alemán.

  El velo del que habla Grieg a propósito de sus años de estudio en Leipzig estaba a punto de caer gracias a un retorno a las raices del canto popular noruego.




 




Copenhague y Roma: la revelación




  El relato de Grieg continúa de esta manera: «Cuando, un año más tarde, llegué a Dinamarca, cayó el velo. Ante mis ojos sorprendidos apareció un mundo de belleza que los placeres de Leipzig me habían ocultado. Me había descubierto a mi mismo. Dominé con gran facilidad todas las dificultades que en Leipzig me parecían insuperables. Dando rienda suelta a la fantasía, comencé a componer una obra tras otra. No me desconcertaron las acusaciones de artificiosidad y de extrañeza dirigidas al principio contra mi música, puesto que sabía qué quería y me dirigía abiertamente hacia la orilla en la que había decidido embarcar». Este imprevisto viraje en la vida de Grieg surgió al ponerse en contacto con el ambiente musical de Copenhague, donde se encontraban activos los dos compositores ochocentistas daneses más importantes: Johann Peter Emilius Hartmann (1805-1900) y Niels Gade (1817-1890). Hartmann, que era abogado, organista y profesor de música, se dedicó principalmente al teatro musical, mezclando influencias operísticas franco-italianas con temas nacionales y citas del canto popular danés. En cuanto al hecho de haber permanecido siempre a un nivel de aficionado, en el sentido positivo de la palabra, y de haber descubierto la vena popular de la música danesa, podría decirse que Hartmann fue en pequeño lo que Glinka había sido en grande para los rusos. Gade, que era yerno de Hartmann, se dedicó a la música sinfónica y de cámara, pero, por estar sujeto a la influencia de Mendelssohn, entre otras cosas en virtud de una amistad juvenil con el gran compositor alemán, fue, en comparación con su suegro, más tímidamente nacionalista y, en consecuencia, un músico con menos colorido, pese a que en el panorama histórico de la música danesa su nombre es más conocido que el de Hartmann.


  En cualquier caso, Hartmann y Gade tuvieron un gran relieve en la vida musical de Copenhague y, en cierto modo, representaron una tendencia original comparados con los académicos alemanes. Éste fue el motivo de que Grieg, al ponerse en contacto con su música, experimentara un sentimiento de liberación. Hubo otros encuentros que también contribuyeron a animar y orientar a Edvard en sentido nacionalista, por ejemplo, el de Rikard Nordraak (1842-1866) y de Halfdan Kjerulf (1815-1868), dos músicos noruegos que estuvieron a su lado durante un breve pero significativo periodo. La amistad con Nordraak nació en Copenhague, cuando una noche, en el Café Tivoli, fueron presentados por un común amigo escritor. La muerte prematura de Nordraak impidió que la comunidad de proyectos de los dos músicos llegase a una expresión concreta. Esto hizo que no se fuera mucho más allá de alguna composición, como, por ejemplo, la Humoresque de Grieg dedicada a Nordraak, y de la fundación de la sociedad musical Euterpe, destinada a dar a conocer las obras musicales de la escuela nórdica. Nordraak tenía un carácter extrovertido, una fantasía desbordante, y sabía animar las veladas de los intelectuales daneses y noruegos haciendo música, cantando canciones líricas sacadas de textos de poetas nacionales, discutiendo proyectos orquestales, teatrales, de cámara. Cuenta Grieg: «Era como si se me hubiera caído la venda de los ojos [...]. Aprendí de Nordraak las canciones populares de Noruega y, gracias a él, descubrí mi auténtica naturaleza.  Nos unimos contra el pálido espíritu escandinavo de Mendelssohn y entramos resueltamente en un camino nuevo, que hoy sigue siendo el de la escuela del norte». Después de la muerte de Nordraak, Grieg se trasladó a Oslo e inicio una actividad musical como intérprete y compositor, en colaboración con Kjerulf, que también se orientaba hacia los valores nacionales de la música, Pero Kjerulf después de algunos años, también murió, por lo que Grieg volvió a encontrarse solo para propugnar una estética musical que no tenía audición entre el público noruego. De todos modos, Grieg consiguió hacer interpretar algunas composiciones fundamentales, como El Paraiso y la Peri, de Schumann, Elías, de Mendelssohn, el Réquiem, de Mozart, aparte de obras de Gade y de Kjerulf. Finalmente, cansado e incapaz de seguir soportando el rígido clima de Oslo, estaba a punto de abandonar sus actividades cuando le llegó de Roma una carta de Liszt. El gran pianista húngaro estaba muy atento a todo lo que ocurría en la música europea y, por vía privada, le había llegado la Sonata op. 8 para violín y piano de Grieg. En consecuencia, probablemente empujado por su generosidad natural, pero también por la exigencia de reunir músicos de todos los países bajo la etiqueta de la «música del futuro», se apresuró a escribir al desconocido músico noruego. La carta de Liszt, fechada el 29 de diciembre de 1868, se redactó de la siguiente manera: «Señor, tengo el gusto de manifestarle el sincero placer que me ha proporcionado la lectura de su Sonata. Es testimonio de un talento vigoroso como compositor, reflexivo, original, de excelente calidad, y que debe seguir su naturaleza para alcanzar un elevado nivel.Me complace creer que encontrará en su país el éxito y el aliento que merece, aunque tampoco le faltarían en otro lugar, ya que, si viene a Alemania el próximo invierno, le invito cordialmente a detenerse en Weimar para que podamos conocernos [...]». 




Damon J.H.K.

Edvard Grieg - Violin Sonata No. 1, Op. 8 [With score]







 La carta contribuyó a que Grieg obtuviera una beca del gobierno y, el año siguiente, se dirigió a Roma.



Edvard Grieg y su esposa Nina



  Al llegar a este punto es preciso dar un paso hacia atrás y volver al periodo que Grieg pasó en Copenhague. En la capital de Dinamarca el joven había conocido a una prima, Nina Hagerup, con la que se había casado. Nina era hija de un tío materno de Grieg, que en 1853 se había trasladado de Bergen a Copenhague, y de una actriz danesa que había dejado la escena para casarse, en segundas nupcias con el tío de Edvard. El noviazgo y el matrimonio se habían celebrado rápidamente, a pesar de la oposición de la madre de Nina. La vida conyugal de Edvard y Nina transcurrió con gran serenidad, pese a la muerte prematura de una hija que nació al cabo de un año de haberse celebrado la boda y a las dificultades que conoció Grieg durante los primeros años pasados en Oslo. Nina acompaño a su marido en su viaje a Roma. Sobre los acontecimientos que se produjeron en este viaje y sobre el encuentro con Liszt hay largas y minuciosas cartas de Grieg dirigidas a sus padres. En febrero de 1870, Edvard escribía desde Roma: «Había decidido acompañar a unos cuantos amigos escandinavos al Tívoli. Habría tenido que partir mañana, pero, ¿qué ha sucedido? Pues que ayer tarde, mientras me encontraba en el club escandinavo jugando al whist, entró Sgambati (un excelente pianista) y me comunicó que Liszt quería verme mañana a las once. Me interesaba mucho la excursión al Tívoli, pero esta ocasión que se me ofrecía me interesaba mucho más, por lo que varié los planes. Pero no sería aquel el día en que vería a Liszt por vez primera en mi vida. Después del inicio del Concilio, el abate Liszt, no pudiendo tolerar los actos, se había retirado a la Villa d'Este en el Tívoli. Rara vez iba a la ciudad. Al saber que había llegado, fui a su casa, pero como no lo encontré, le dejé una tarjeta de visita. Al cabo de unos días abandonó Roma. Encontré por la calle a Rawnkilde, el músico danés, quien me dijo que un pintor alemán me buscaba de parte de Liszt. Éste se quejaba de no haber tenido tiempo de visitarme, y me rogaba que fuese a verle al día siguiente a las diez. Estaba en la ciudad y me esperaba. Inmediatamente fui a visitarle. Vivía en un viejo convento próximo al Arco de Tito y al Foro. Rawnkilde me había asegurado que a Liszt le gustaba que le llevasen alguna composición. Por desgracia, todas mis composiciones estaban en Alemania o en casa. Fui a casa de Winding, un pianista danes a quien había dado en su momento mi última sonata para violín y piano y le hice la escena de "dar y quitar". Winding se quedó con la cubierta; yo cogí lo que contenía y escribí: "Al señor Dr. F. Liszt, en señal de admiración". También me puse debajo del brazo la marcha fúnebre que había compuesto para Nordraak y un cuaderno de composiciones líricas, el que incluye El paseo, y me puse a trotar por la calle, aunque debo decir que no sin cierto temblor. Pero podía ahorrármelo, puesto que no cabe imaginar persona más afable que Liszt, que vino a mi encuentro sonriendo y me dijo cordialmente: "Ya nos habíamos escrito, ¿no es verdad?". Yo le conté que estaba en Roma por él, lo que provocó en él una carcajada digna de Ole Bull. Entretanto iba mirando de soslayo el pliego que yo llevaba debajo del brazo. Leyó la Sonata, aprobando los mejores pasajes con elocuentes movimientos de cabeza acompañados de "bravo" y "muy bonito". Yo ya empezaba a tranquilizarme, pero, al pedirme que interpretase la sonata, el coraje descendió bajo cero. No había probado nunca de tocar las dos partes al piano y no quería de ningún modo quedar en mal lugar ante sus ojos. Sin embargo, no había manera de evitarlo. Así, pues, me puse al piano y toqué la composición en su magnífico instrumento de Chickering. Al principio, cuando el violín comienza con una frase un poco barroca pero nacional, exclamó: "¡Ah, qué audacia! Me gusta. Vuelva a empezar, por favor". Cuando el violín interviene por segunda vez, en el adagio, se puso a tocar el fragmento una octava más arriba, con extraordinaria expresión, lo que hizo que yo sonriera para mis adentros. ¡Eran las primeras notas que oía tocar a Liszt! Después pasamos al allegro. Él tocaba la parte del violín; yo la del piano. Cada vez me sentía más emocionado por los elogios que, con tanta generosidad, me dispensaba, y me sentía profundamente reconocido por ello. Cuando llegamos al final de la primera parte, le pedí que tocase una pieza para piano él solo y escogí el menuet de las Humoresques, que seguramente recordáis. Cuando estaba en el octavo compás, se puso a cantar la melodía con un aire tan heroico que me encantó. Observé que le gustaba la originalidad nacional. Como ya lo suponía, había llevado conmigo algunas piezas en las que me había esforzado en conseguir que resonase un tono nacional. Cuando ya estaba al final del minueto, consideré que era el momento oportuno para conseguir que Liszt tocase, dado que me parecía muy bien dispuesto. Le pedí, pues, que lo hiciera. Se encogió de hombros, pero, cuando le dije que no tenía la más mínima intención de irme sin haber escuchado unas notas suyas, se volvió y murmuró: "Está bien, tocaré lo que usted quiera, puesto que no es esta mi intención" y, bruscamente, cogió una partitura que había terminado hacía muy poco tiempo, una especie de acompañamiento fúnebre dedicado a la muerte de Tasso, que era un complemento de su célebre poema sinfónico Tasso, lamento y triunfo. Se sentó al piano y comenzó a mover los dedos sobre el teclado. Os aseguro que "escupía", suponiendo que se me permita utilizar una expresión tan sucia como esta, una incandescente masa de ideas vivas, unas detrás de otras. En todo el conjunto había resonancias que evocaban el espíritu de Tasso. Sabe pintar con vivos colores, y hay que decir que es un tema que parece hecho para él. Su fuerza estriba en representar la grandeza trágica. En realidad, no sabía si admirar más al pianista o al compositor, puesto que su manera de tocar era poderosa. Pero la verdad es que no toca; uno se olvida de que es músico, ya que en realidad es un profeta que anuncia el fin del mundo y todos los espíritus del universo se estremecen bajo sus dedos. Penetra en las profundidades más recónditas del alma y hurga con demoníaca fuerza en nuestra conciencia. Cuando hubo terminado, Liszt me dijo con toda naturalidad: "Ahora continuemos con su sonata". "No, gracias, ahora no", le respondí con sencillez. "¿Por qué no? Deme su sonata y la tocaré yo". insistió Liszt. Ruego que tengáis en cuenta que, en primer lugar, no conocía en absoluto la Sonata, que no la había visto ni oído nunca y, además, que se trataba de una obra con una parte de violín de tesitura aguda y grave, independiente del piano. Pero, ¿qué hace Liszt? Toca con todo, con la cabeza y con los cabellos, violín, piano y más cosas aún, puesto que lo hace más amplia y completamente. El violín destacaba sobre el piano. Liszt estaba en todas partes sin olvidar una sola nota. ¡Y qué manera de tocar! Era incomparablemente grande, bello, genial. Reía, reía como un idiota y, como yo balbucease algunas palabras de admiración, murmuró: "¡Ah, bien, me consideráis capaz de leer! ¿Verdad que soy un músico viejo con una cierta habilidad?". Fue de una amabilidad perfecta, desde el principio al fin. No hay ningún otro gran hombre como él, por lo menos según las experiencias que yo tengo. Finalmente, para acabar, tocó la marcha fúnebre, que le gustó, y después estuvimos charlando. Le dije, entre otras cosas, que mi padre lo había escuchado en Londres en 1824, cosa que le divirtió: "Sí, sí, he tocado mucho en el mundo, demasiado incluso", dijo. Al final le dejé y volví a casa, con la cabeza llena de fuego, pero con la sensación de haber pasado dos de las horas más interesantes de mi vida. Estoy invitado a su casa mañana y esto me llena de alegría. Al día siguiente de mi primera visita, Sgambati y Pinelli, este último alumno de Joachim, interpretaron mi sonata en un concierto al que asistió toda la buena sociedad de Roma. Liszt apareció en pleno concierto, lo que me halagó muchísimo. No me atribuyo el éxito que tuvo la Sonata, porque la verdad es que, cuando Liszt aplaude, todo el mundo le imita con redoblado ardor».

  En esta larga carta se da uno de los testimonios más vivos de la capacidad que tenía Liszt de fascinar a sus colegas y también de la disponibilidad del público y de los propios músicos para dejarse fascinar por el célebre maestro. También desde Roma, unos meses más tarde, para ser más exactos en abril de 1870, Grieg escribió otra larga carta a sus padres a propósito de sus encuentros con Liszt. «Ante todo voy a contaros mi segundo encuentro con Liszt, que se produjo algo después del envío de la carta anterior y que no fue menos interesante que el primero. Por fortuna, yo había recibido de Leipzig el manuscrito de mi Concierto para piano, por lo que se lo llevé. Estaban Winding, Sgambati, un lisztiano alemán a quien no conozco y que lleva la exigencia de imitar al maestro hasta el punto de pavonearse vestido de abate, además con algunas señoras de un género muy conocido, que de buena gana habrían devorado a Liszt si éste lo hubiese permitido. La admiración de estas personas es de risa. Rivalizan en astucia para sentarse a su lado, para tocarle el borde de su túnica de abate y para tener ocasión de estrecharle la mano. Absolutamente ignorantes del hecho de que un artista necesita espacio para los brazos cuando toca, se amontonan a su alrededor con los ojos clavados en sus dedos, como si el destino de éstos fuera ir a parar a las fauces abiertas de par en par de estos fascinantes animales de presa. Winding y yo teníamos una gran curiosidad por ver si tocaría mi concierto a primera vista. Por mi parte, lo consideraba imposible. Liszt tenía una idea opuesta. Me preguntó: "¿Quiere tocar usted?". Yo respondí en seguida: "No, no puedo. Todavía no lo tengo estudiado". Liszt cogió entonces el manuscrito y, con la sonrisa de siempre, dijo: "¿No? Entonces le demostraré que para mí también es imposible". Y se puso a tocar. Admito que emprendió el primer movimiento con un poco más de rapidez de la debida y que el principio resultó desequilibrado; pero después, una vez le indiqué el tiempo, tocó a la perfección. Su manera de tocar es inestimable. No se contenta con tocar, ya que al mismo tiempo habla, expresa juicios, emite observaciones ingeniosas dirigidas a uno u otro de los presentes, hace ademanes significativos con la cabeza a derecha e izquierda, especialmente cuando hay algún pasaje que le gusta particularmente. En el adagio y en el final, su ejecución llegó al punto culminante y contó además con su aprobación. Al final, devolviéndome el trabajo, me dijo con acento singular y voz profunda: "Continúe de la misma manera, se lo digo  yo, usted ha hecho lo que debía, no se deje atemorizar". Estas últimas palabras tuvieron sobre mí un efecto extraordinario. Hay en ellas algo parecido a una "consagración". Cuando vengan momentos de amargura y de decepción pensaré a menudo en ellas,y el recuerdo de esta hora vivida será para mí una fuerza maravillosa capaz de defenderme en los momentos de adversidad».




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Khatia Buniatishvili plays Grieg's Piano Concerto




  En abril de 1870, antes de abandonar Roma, Grieg y su esposa, que habían estudiado canto, dieron a escuchar algunas composiciones. Giovanni Sgambati, el músico romano alumno de Liszt, quedó fascinado con la voz de Nina Grieg y con el lirismo elegíaco de la música de Edvard: «No hay nada tan agradable como una velada con los músicos del norte, bellos y alegres, La señora Nina Grieg posee una voz que, sin ser poderosa, le permite cantar las composiciones líricas de su marido con arte perfecto [...]. Pone toda el alma en ellas y que las composiciones líricas, si puedo expresarme así, constituyen toda la esencia y alegría de su vida de artista [...]. Junto a sus brillantes cualidades como compositor, Grieg ofrece un raro ejemplo de dotes extraordinarias unidas a una gran modestia».



Edvard Grieg al piano, junto a Nina, su esposa, según una pintura de Peter-Severin Kröyer.






La celebridad en la patria y en Europa






  La consagración dada por Liszt en Roma hizo que el nombre de Grieg circulase por Europa y que despertase el interés de la casa editorial de música Peters, de Leipzig, que comenzó a imprimir regularmente sus composiciones. Entre el director de la casa Peters, Max Abraham, y Grieg nació muy pronto una estrecha amistad. En su patria, Grieg se convirtió en una autoridad indiscutible. Esto hizo que el compositor, siempre deseoso de contribuir al desarrollo de la música noruega, repitiera en Oslo el experimento intentado años antes: fundó la Sociedad de Música y, aliándose con el compositor Johan Severin Svendsen (1840-1911), que había tenido sus mismos maestros en Liepzig, trató de dirigir una vida musical en la capital. Al día siguiente de un concierto escribía Grieg: «La música noruega ha conseguido un triunfo, puesto que es preciso considerar un triunfo el hecho de que un público poco cultivado desde el punto de vista musical, constituido por unos centenares de individuos, se conmueva ante la grandeza absoluta y la novedad absoluta, olvidando un prejuicio hereditario contra la música sinfónica [...]. No contamos con muchas fuerzas nacionales, pero las que tenemos bastan para crear una auténtica vida musical».

  Pese a estas esperanzas, Grieg abandonó la empresa en 1873 y se retiró a Bergen; se había hecho construir una casa de campo en Lofthus, cerca de su ciudad natal, donde se entregó a la composición. La vida difícil del organizador musical no se acomodaba a su manera de ser, ni tampoco la tibia acogida dispensada a la música por los ciudadanos de la capital le aconsejaban persistir en su empresa. En su casa de Lofthus nacieron algunas de sus más célebres composiciones, como la música de escena para el Peer Gynt de Ibsen, que data de 1876. Aquel periodo, que duró cuatro o cinco años, fue rico en «acontecimientos internos y emociones», como afirmaría el propio Grieg. Pero un buen día «me pareció que las montañas ya no tenían nada que decirme. Al contemplarlas, sentí que me sentía estúpido y comprendí que había llegado el momento de marcharse». Comenzaron entonces una serie de viajes al extranjero como concertista y director de orquesta. Al propio tiempo, siempre con la misma intención de dedicarse a la difusión de la cultura musical en Noruega, Grieg acepto dirigir la sociedad «Armonía» de Bergen. «Desde el otoño de 1880 a la primavera de 1882 he dirigido la "Armonía". ¡Que contraste con la vida en Lofthus! ¡Que vacío ideal, pero qué excitación también! La orquesta, de manera especial los instrumentos de viento, era atroz. Después de dos años, ya no me era posible continuar. Me habría gustado, sin embargo, que usted escuchase la ejecución de la Sinfonía en Do de Schubert o la de un oratorio de Händel. Saqué alguna cosa del coro, pero como es natural no dejé de luchar con el comité, que no quería ni podía comprender...». Este fue el resultado de aquel enésimo esfuerzo, según lo expuso Grieg al director de la casa editora Peters. Precisamente gracias a las introducciones aseguradas por la Peters, el músico se hizo construir otro retiro en Troldhaugen, cerca de Bergen. Ésta sería su residencia definitiva, donde se retiraba para componer. Se había hecho construir un pequeño pabellón en el jardín, donde guardaba sus libros, el piano Érard y todo lo necesario para trabajar. 




Casa de Grieg en Troldhaugen, hoy, museo del compositor.





Алексей Ермаков

Edward Grieg Peer Gynt          Teatro Municipal de Santiago

Choreography- Ben Stevenson Ballet and the orchestra of Teatro Municipal de Santiago. Choreography- Marcia Haydée. Conductor - Konstantin Chudovsky




  Pero Grieg no se contentaba con el hecho de componer en medio de la soledad. Tal vez por sugestión de otros músicos, como Liszt o Rimsky-Kórsakov, que gracias a su actividad de organizadores influían sensiblemente en la música nacional y en la europea, volvía a buscar siempre la ocasión de afirmarse en un plano práctico. En 1898 quiso organizar una fiesta musical en Bergen e invitó para la ocasión, no sin provocar objeciones nacionalistas, a la gran orquesta del Concertgebouw de Amsterdam, dirigida por Willem Mengelberg. Sin embargo, las composiciones programadas eran todas de autores noruegos, y el éxito acabó coronando los propósitos de Grieg.

  Si las facultades de organizador por parte de un delicado poeta de la música como Grieg resultan inéditas, todavía más inesperada resulta la pasión política que le involucró, en París, en el caso Dreyfus.

  El compositor noruego había sido invitado a París en 1899 por el director Edouard Colonne, titular de la orquesta del mismo nombre, para dirigir algunos conciertos. El caso de espionaje de Dreyfus se encontraba en su apogeo y, pese a las pruebas de inocencia, el tribunal militar había confirmado la condena del oficial y sobre ella se iban entrecruzando luchas políticas internas, envenenadas con un rebrote de antisemitismo. En 1898, Émile Zola había intervenido impetuosamente en favor de Dreyfus con su célebre J'accuse, publicado en un periódico radical. Hasta la misma Europa se había dividido entre los que se inclinaban por la inocencia y los que lo hacían por la culpabilidad. En el momento en que recibió la invitación de Colonne, Grieg se encontraba en casa de Bjørnson, ardiente partidario de Dreyfus y, por tanto, defensor de su inocencia, y compartió sus mismas opiniones. Como cuenta el compositor: «Su yerno, el editor Langen, había traducido al francés mi respuesta a la invitación de Colonne y me pidió autorización para publicarla en la  Gaceta de Francfort. Inicialmente me negué, pero durante la conversación pregunté: "¿Cree verdaderamente que la publicación de mi carta puede tener una influencia positiva?". "Sin duda alguna", fue la respuesta. "Si así lo cree, adelante", respondí. El resultado fue que todos los periódicos europeos de un cierto relieve la publicaron y que ahora llueven sobre mi cartas injuriosas procedentes de Francia, algunas de una vulgaridad inimaginable. En mi respuesta a  Colonne, afirmaba yo que, después de la condena de Dreyfus, de momento no me sentía capaz de establecer sintonía con el público francés. Henry Rochefort me ha enviado hoy su noble periódico L'intransigeant, dirigido "al compositor de música judía Edouard Grieg". A mi entender, en este asunto se ha juntado todo cuanto hay de más vil y bajo en toda Francia".

  En abril de 1903, Grieg volvió a ser invitado por Colonne y, figurándose que los insultos de cuatro años antes no tendrían ninguna consecuencia, aceptó. Pero los parisinos no habían olvidado. Sobre el episodio que se produjo después tenemos el testimonio del propio Grieg: «En mis últimos años de vejez he conseguido que me silbaran. Pese a que en mi vida he vivido bastantes aventuras, ninguna se puede comparar con lo ocurrido en el Châtelet. Quizá debo estar reconocido a los que me han silbado. Sin ellos, el concierto no habría podido tener el enorme éxito que ha tenido. La prensa está furiosa y me imputa el hecho de que Reyer, Massenet, Saint-Saëns no hayan tenido nunca un éxito parecido. ¡Vaya lógica! Después del concierto, tuve que subir al coche rodeado por un triple cordón policial. ¡Me daba la impresión de ser, como mínimo, Cromwell!».

  A su regreso a Noruega, cuando cumplía sesenta años, Grieg fue objeto de una gran acogida. Recibió quinientos telegramas, que provocaron en su destinatario los acostumbrados sentimientos de gratitud, aunque también se hicieron más patentes las contrariedades y las tristezas, a las que contribuyó el dolor por la muerte de su hermano John. Grieg, por otra parte, no era capaz de negar a nadie su presencia. «Estoy obligado a aceptar todo lo que me pidan al precio que sea. El hombre sigue su destino. Cuando me interrogo sinceramente, no sé por qué actúo de esta manera. No me siento obligado por necesidades económicas, y un concierto público es la cosa más terrible que le pueda corresponder a nadie. Mis nervios y todo mi ser sufren de una manera indecible, pero hay algo que me empuja de forma irresistible. No sé oponerme a la posibilidad de ofrecer una buena ejecución de mis composiciones ni de obtener una simpática acogida por parte del público [...]».

  Dedicó casi totalmente los últimos años de su vida a largas giras al extranjero, donde cada vez era más solicitada su presencia. En el lirismo elegíaco y de salón del maestro noruego se reconoció el ambiente musical europeo de principios del siglo XX. Su música no presentaba particulares problemas y tampoco requería una gran concentración previa. En el momento en que la Europa musical reaccionaba frente al compromiso presentado por el wagnerismo, el arte de Grieg, con su aspecto modesto y pintoresco,  parecía ofrecer una alternativa válida. En las composiciones destinadas a piano solo, en las composiciones para conjuntos de cámara, afloraba un acento elemental, desprovisto de retórica, de un compositor que se situaba en el mismo plano que otros músicos refinados, como Fauré, Chabrier, Albéniz, destinados a anunciar la vanguardia del novecentismo. El propio Grieg afirmaba: «Artistas como Bach y como Beethoven han levantado iglesias y templos en las cumbres. Como se dice en uno de los dramas de Ibsen, yo he querido construir casas para los hombres, a fin de que se sientan felices y cómodos en ellas».

  La desaparición de Grieg se produjo de manera súbita, pero también discreta, tal como había transcurrido su vida: enfermo en su casa predilecta de Troldhaugen. La antigua dolencia, contraída en los tiempos de sus estudios en el conservatorio de Leipzig, fue agudizándose, lo que hizo que el músico tuviera que ser internado en una clínica de Bergen. El 4 de septiembre de 1907 se extinguió plácidamente. El entierro se celebró de forma solemne, como correspondía a una celebridad nacional de su categoría. Su tumba está en una roca que cae a pico sobre el fiordo. 




Tumba de Edvard Grieg y su esposa Nina


  




martes, 26 de septiembre de 2017

Leoš Janáček (1854-1928)









Leoš Janáček (Hukvaldy, Chequia, 3 de julio de 1854-Ostrava, Chequia,

12 de agosto de 1928)


«No juego con melodías vacías. Las sumerjo en la vida y la naturaleza.»



Localización y vistas de Hukvaldy, localidad de la región de Moravia-Silesia en la República Checa.



Antecedentes familiares


 El bisabuelo de Leoš, Jan Janáček, murió el 6 de junio de 1774. El abuelo, Jiří Janáček, nació el 17 de abril de 1778 y vivió hasta 1848. Al parecer, el padre natural de este último fue el padre Antonín Herman, a cuyo servicio, como ama de llaves, había entrado Dorota Janáčková después de enviudar de Jan. El abuelo Jiří, que era maestro y organista, se caso con Anna Šajrajtová (Scheutter) (1781-1869). El matrimonio tuvo varios hijos, entre ellos al padre de Leoš, Jiří Janáček (1815-1866), que además de heredar el nombre de su progenitor también fue maestro, tocaba el órgano, el piano y algunos instrumentos de cuerda, y era muy aficionado a la apicultura. Jiří nació el 4 de octubre de 1815 en Albrechticky, a unos 15Km de Hukvaldy. En la localidad de Neplachovice , cerca de Opava y de la frontera con Polonia, tuvo como alumno al compositor de obras corales y director de coro Pavel Křížkovský, quien más adelante sería, a su vez, profesor del joven Leoš, cuando éste tenía 11 años. En 1838 Jiří estaba destinado en Pribor. Allí se casó, a los 23 años de edad, con la joven de 19 años Amalie Janáčková (de soltera Grulichova) (1819-1884), que tocaba muy bien el órgano. En 1848 se trasladaron a Hukvaldy. Tuvieron trece hijos: Viktorie (1838-1894), Eleonore (1840-1919), Josef Adolfín (1842-1931), Karel Jiří (1844-1919),  Bedřich (1846-1918), František (6 octubre 1849 - 13 diciembre 1849), Rozálie Kateřina (1850-1868), Jiří (1852-1855); Leoš fue el noveno, nació en 1854 y lo bautizaron como Leo Eugen, siguieron František Josef (1856-1908), Josef  (1858-1941), Adolf (11 mayo 1861 – 17 mayo 1861) y Marie (3 septiembre 1863 – 9 septiembre 1863). El padre, Jiří Janáček, creó en 1865 el Club Literario y Musical de Hukvaldy, murió el 8 de marzo de 1866, a la edad de 51 años. En cuanto a la madre: Amálie Janáčková nació en Příbor el 13 de abril de 1919, sus padres fueron el sastre Karel Grulich y Kateřina Grulichová, un matrimonio acomodado, lo que no evitó que su hija conociera la pobreza en Hukvaldy. Amálie vivió durante diez años, junto a su esposo, en el edificio de la escuela que estaba en ruinas. Después de enviudar, en 1866, ganó algo de dinero extra tocando el órgano en la iglesia de San Maximiliano, también tocaba la guitarra y cantaba muy bien. Murió de cáncer de estómago el 16 de noviembre de 1884, tenía 65 años.



Jiří Janáček, padre de Leoš Janáček, podría ser (sin mucha convicción) el tercero de los que están sentados desde la derecha en esta foto del Consejo de Hukvaldy. 



Amálie Janáčková, mdre del compositor, en 1875



  



La infancia


 Leoš Janáček nació el 3 de julio de 1854 en Hukvaldy, pequeño pueblecito al pie de las ruinas del castillo del mismo nombre y, por aquel tiempo, parte del Imperio Austriaco. Fue un niño superdotado, aunque no destacaba en la escuela, sin embargo, tenía una capacidad excepcional para la música. Las primeras nociones musicales las recibió de sus padres. Siguiendo la tradición familiar, su padre intentó hacerle maestro, pero cambió de opinión al reconocer el talento musical de su hijo. La familia participaba en la iglesia acompañando con música los oficios divinos y Leoš colaboraba cantando.




Casa natal de Leoš Janáček, muy cerca de la iglesia de San Maximiliano, en Hukvaldy. Cuando nació el compositor, su estancia era fría y humeda.


El internado en la Abadía de Santo Tomás de Brno


 En septiembre de 1865, medio año antes de morir su padre, Leoš ingresó como alumno en la Abadía de Santo Tomás de Brno, tenía once años. Bajo la dirección del antiguo alumno de Jiří Janáček, Pavel Křížkovský, que intervino para que el chico fuese admitido, éste entro a formar parte del coro y comenzó a tocar el órgano. A pesar de la protección de Křížkovský, a quien recordaba como un excelente maestro, Leoš Janáček no dejó de escribir más adelante: «Solo. En esta escuela extranjera, una cama dura, un pan aún más duro. Sin ternura. Mi propio mundo, exclusivamente mío, comenzaba». Como el resto de sus compañeros era conocido como un "pájaro azul", vestían un uniforme en que predominaba ese color, y se enfrentaban a la dura disciplina diaria de la época: en el monasterio levantarse a las cinco de la mañana, oraciones y estudios hasta las siete, cantar en misa y después desayunar para, a continuación, salir para la escuela, a mediodía comida en el internado y, a quienes les tocara el turno, práctica instrumental, estudios durante casi toda la tarde con algún descanso que se podía aprovechar para pasear, después de cantar nuevamente en el coro se cenaba, acto seguido se disfrutaba de un breve recreo y se terminaba el día con las oraciones antes de acostarse. 



Abadía de Santo Tomás en Brno, a la izquierda uno de los edificios de los agustinos. Allí pudo conocer Leoš a  Gregor Johann Mendel, el padre de la genética, que fue elegido abad en 1868. En 1884 Leoš Janáček dirigió el réquiem en el funeral de Mendel.



 Desde la distancia de su hogar familiar, hoy en día son unos 150Km por carretera, a Leoš le llego la terrible noticia de la muerte de su padre. El 8 de marzo de 1866 Jiří Janáček abandonaba este mundo dejando a su esposa, Amálie Janáčková, en muy mala situación económica. Un hermano del difunto, Jan Janáček, sacerdote en Blazice, se hizo cargo y tutor de su sobrino internado en los agustinos. 

 Pocos meses después estalló la conflagración de las Siete Semanas, el 14 de junio Austria declaraba la guerra a Prusia. Los prusianos, que terminaron siendo los vencedores, tomaron el control de Brno y, en consecuencia, el de los edificios de la abadía donde el único interno que se quedo fue Leoš Janáček. La situación, que duró hasta pasar agosto, para el estudiante de 12 años tuvo que ser difícil, con austriacos en la parte interior del muro y prusianos en la exterior. De hecho, tuvo que cantar en muchos funerales. 

 El 31 de julio de 1869, Leoš, obtuvo el certificado de haber terminado sus estudios musicales en el Monasterio. Desde septiembre de ese mismo año, hasta julio de 1872, se preparó para ejercer la profesión de maestro, como su padre y su abuelo, estudiando en el Colegio de Enseñanza Profesoral de Brno, donde el director, Emilian Schulz, padre de Zdenka Schulzová, en 1881 se convertiría en su suegro.



Emilian Schulz



Estudios en Praga, Leipzig y Viena. Primeros empleos, primeras creaciones y primeros amores.

 Pavel Křížkovský se fue como maestro de coro a Olomouc, el joven Janáček, de 18 años, acepto la oferta no remunerada del maestro de sustituirlo durante su ausencia como maestro de capilla. En 1873, año en que inició sus primeras composiciones, Janáček fue nombrado maestro de la sociedad coral Svatopluk, un grupo de artesanos que realizaban actividades culturales. Se mantuvo en el cargo hasta octubre de 1876, excepto el tiempo que estuvo estudiando órgano en Praga con František Skuherský, director de la prestigiosa escuela de dicho instrumento. Ello fue de principios de octubre de 1874, en que aprobó el examen de ingreso, y 1875. Allí conoció y entabló amistad con Antonín Dvořák, a la sazón, organista de la iglesia de Sv Vojtech (San Adalberto). También conoció por las mismas fechas a los compositores Karel Bendl y Zdeněk Fibich. 

 Skuherský dirigió un concierto espiritual, el 24 de enero de 1875 Janáček publico una reseña sobre el mismo sacando a relucir varios defectos, no sentó bien que el alumno enseñara al director de la Escuela de Órgano y, el 9 de marzo, fue expulsado del establecimiento educativo, aunque, y gracias a la intervención de algunas personas, fue readmitido. Durante el 22 y el 23 de julio realizó los exámenes finales obteniendo excelentes notas.

 Entre las primeras composiciones de Leoš Janáček están las del año 1873: Orání "Arando"Nestálost Lásky, "Inconsistencia en el amor"Vínek stonulý "Vino gimiendo" (usado en sentido sexual), todas para coro masculino. A Janáček le llegó, mientras estaba en Praga, la noticia de que la sociedad Svatopluk, para la que había escrito las anteriores obras, le elegía miembro de honor. Su primer trabajo instrumental fue un sexteto para cuerdas Música en memoria de Arnošt Förchtgott Tovačovský. 1875.


Primer retrato fotográfico de Leoš Janáček, Brno 1874, tenía 20 años.


 En Praga, Janáček, vivió modestamente, practicaba en un teclado dibujado con tiza encima de una mesa hasta que, un día, apareció de forma misteriosa un piano en su habitación que desapareció de igual manera al final del año escolar. A su regreso a Brno comenzó a ganarse la vida dando clases de música y dirigiendo coros. En 1876 comenzó a dar clases en la Escuela de Magisterio de Brno. Entre sus alumnos se hallaba la niña de doce años Zdenka Schulzová, su futura esposa, hija del director de la escuela. Anteriormente, durante las visitas que hacía a su tío Jan, parece que sintió amores por una chica llamada Běta Gazarková.


Zdenka Schulzová a la edad aproximada de doce años


 Zdenka nació el 30 de julio de 1865 en Olomouc (Moravia), fue hija de Emilian Schulz y de Anna (de soltera Kalušová) Schulzová. Cuando tenía doce años Leoš Janáček comenzó a darle clases y, con catorce cumplidos, éste le propuso matrimonio, se caso con él cuando tenía casi dieciséis. El matrimonio tuvo dos hijos que murieron prematuramente. Zdenka Janáčková Murió el 25 de febrero de 1938 en Brno.

 Felix Mendelssohn había fundado en 1843 el Conservatorio de Leipzig, siendo él su primer director al lado de profesores de la talla de Ignaz Moscheles y Robert Schumann. Hacia dicha institución se dirigió Leoš Janáček para estudiar piano, órgano y composición. Llegó el 1 de octubre de 1879, aprobó el examen de ingreso y comenzó sus estudios el día 9, estuvo hasta febrero de 1880. Por ese tiempo tenía en su haber alrededor de 40 obras, entre corales (predominantemente) e instrumentales, varias de ellas religiosas. No se olvida de su amor, a quien dedica el Tema con variaciones en Si menor para piano, también llamado Variaciones Zdenka. Pero, por lo general, no se encuentra satisfecho con sus profesores, entre otros, estudió muy poco tiempo órgano con Wilhelm Rust, y se sintió decepcionado con Carl Reinecke, director del Conservatorio, en música coral, con Ernst Ferdinand Wenzel en piano, con Oscar Paul en armonía y con Leo Grill en composición. La "mediocridad" de los profesores hizo que Janáček pensara en dirigirse a París para estudiar con Camille Saint-Saëns. También envió una carta al famoso compositor y pianista ruso Antón Rubinstéin, la carta le fue devuelta sin que se sepa si erró en la dirección o cual fue el motivo. Al final decidió terminar sus estudios en el Conservatorio de Viena. Allí se matriculo el 1 de abril de 1880, le dieron lecciones de piano Josef Dachs, y de composición Franz Krenn. En la capital austriaca, Janáček, hizo visitas a un tío y una abuela de Zdenka, a la que seguía escribiendo con abundante frecuencia y, alguna vez, pasó tiempo con ella en Brno, cuando fue a pasar dos o tres días. Pasó poco más de dos meses en Viena, sin embargo, aunque más de una vez los periodos de estudio fueron cortos, Janáček, poseía la notable capacidad de sacar el rendimiento normal de tres años de curso académico en uno. Durante ese tiempo compuso cuatro obras (aparte de algunas melodías), todas ellas hoy desaparecidas, con la segunda de ellas, una sonata para violín y piano, se presentó a un concurso del Conservatorio, los jueces la rechazaron por ser "demasiado académica". De nada le sirvieron las protestas, con una nueva decepción, abandonó el Conservatorio en junio, se trasladó a Brno donde se casó con Zdenka.



Matrimonio


 De regreso en Brno, Janáček, tuvo que luchar contra el rechazo de los padres de Zdenka, una muchacha de quince años, a que ambos se unieran en matrimonio. Sin embargo, la ceremonia de boda se celebró el 13 de julio de 1881, a la novia le faltaban poco más de dos semanas para cumplir los dieciséis años. Pronto comenzarían las desavenencias y los conflictos matrimoniales, pero antes, durante la luna de miel, los cónyuges viajaron por Chequia. Visitaron a un abuelo de ella en Obříství, luego fueron a ver a Dvořák, en  Karlštejn contemplaron su castillo, pudieron observar el Teatro Nacional de Praga, a orillas del Moldava, poco antes de que sufriera un incendio el 12 de agosto, luego de pasar por Kutná Hora fueron a visitar al tío Jan en Znorovy, continuaron por Slovácko y, después de cumplimentar a la familia en Hukvaldy, finalmente se dirigieron a Olomouc donde se encontraron con Pavel Křížkovský.



Fotografía del matrimonio Janáček realizada en junio de 1881, un mes antes de la boda. 


 La pareja se estableció en Brno. Leoš Janáček quiso traer a su madre a vivir con ellos pero se encontró con el rotundo rechazo de su mujer apoyada por sus padres. El idilio se estaba deteriorando.


Ámbito laboral e hijos


 Ese mismo año, 1881, Janáček fue el fundador y primer director de la Escuela de Órgano de Brno, estuvo en el cargo hasta 1919. El 15 de agosto de 1882 nació su hija Olga, este acontecimiento no arregló la crisis matrimonial, que era profunda y que desembocó en que Zdenka regresara con sus padres. Se llevaron todos los muebles del apartamento, incluido el piano que Leoš había recibido de dote. Los esposos vivieron separados durante dos años. En el verano de 1884 Janáček volvió junto a su mujer y su hija. Su madre, Amálie, que había sido rechazada por su esposa, se fue a vivir con su hija Eleonora cerca de Vyškov, no muy lejos de Brno. Amálie murió el 16 de noviembre de un cáncer de estómago.

 La revista musical checa Hudební listy "Hojas musicales" se publicó en Praga entre 1870 y 1875. Janáček fue fundador y redactor de la revista Hudební listy en Brno entre 1884 y 1888. En 1885 compuso la colección de Cuatro coros de voces masculinas dedicada a Dvořák. Su primer ópera, la escribió entre 1887 y 1888, se trata de Šárka, con libreto de Julius Zeyer, se estrenó en Brno, pero no fue hasta el 11 de noviembre de 1925. Janáček tuvo serios problemas para poder representar sus óperas en Praga, el motivo fue la enemistad que mantuvo con el compositor Karel Kovařovic, del que criticó duramente, en 1887, la ópera cómica Los novios. Cuando Kovařovic fue nombrado director del Teatro Nacional impidió que se representaran varias obras de Janáček. Por este periodo, el biografiado, comenzó a coleccionar y a estudiar la música y los bailes folclóricos. Ayudo a František Bartoš a completar el tercero de cuatro volúmenes recopilatorios de canciones populares de Moravia, los dos trabajaron juntos como folcloristas durante más de diez años. Janáček se interesaba y analizaba la música nacional, lo que se puede apreciar en sus obras.



Janáček hacia 1890



 El 16 de mayo de 1888 nació Vladimir, el segundo hijo del compositor. En 1890, los niños y sus padres pasaron unas vacaciones en Hukvaldy. Allí Janáček no se escondió de nadie para flirtear con Františka Rakowitschová (1864–1950), una mujer casada. En noviembre, Olga, que tenía seis años, contagió a su hermano Vladimir de escarlatina. El pequeño rápidamente desarrolló una meningitis, con la que no pudieron luchar en aquel tiempo, y terminó muriendo el nueve de noviembre. Si el niño, que había sido querido y mimado por sus padres, había conseguido disminuir los resentimientos existentes entre ambos, con su pérdida se terminó el poco amor que se tuvieran. Eso sí, no se separaron. 


Los hermanos Olga y Vladimir, en 1892 y 1889 respectivamente.


 En Nizhny Novgorod, en la confluencia de los ríosVolga y Oká, se celebro en 1896 la Exposición Industrial y de Arte de toda Rusia. Janáček quiso aprovechar esta oportunidad y, a finales de julio, partió en tren vía Varsovia y Vilna hacia San Petersburgo donde estuvo una semana, de allí paso a Moscú y, finalmente, a Novgorod. Tanto le impresionó la cultura rusa que dos años después fue cofundador del Círculo Ruso de Brno. Durante el mes de agosto y hasta mitad de septiembre estuvo en  Hukvaldy, acompañado por su esposa y su hija. Parece que fue entonces cuando comenzó a escribir la cantata para solistas, coro mixto y orquesta Amarus, sobre un poema de Jaroslav Vrchlický. 

Amarus "Amargo", que tiene algo de autobiografía interior, trata de un niño, que al ser ilegítimo, es trasladado a un monasterio donde lo bautizan como Amarus, como monje, su vida transcurre entre deseos de felicidad y amor, Janáček, que ya tenía esbozados los dos primeros actos de Jenůfa, comenzó a escribir la cantata entre agosto y septiembre de 1896, la completo en 1897, el estreno total tuvo lugar el 2 de diciembre de 1900 en la sociedad coral de Kroměříž, el mismo autor, que se encargó de la dirección, haciendo lo propio ya había dado a conocer el Epílogo y la Marcha fúnebre el 20 de marzo de 1898.

  

 Olga, nacida el 15 de agosto de 1882, no heredó de su padre el amor por la música, por lo que los esfuerzos de éste para que siguiera sus pasos no dieron resultado, en cambio, se le dieron muy bien la literatura y los idiomas. Tuvo una salud frágil, a la edad de seis años sufrió de inflamación en las articulaciones, la enfermedad afectó al funcionamiento de su corazón. En 1896 quería ingresar en el circulo francés, contaba con el apoyo de la madre, pero el padre hizo que estudiara en una escuela municipal para mujeres, lo que provocó que estuvieran algunas semanas sin hablarse, ese año sufrió de fiebre reumática. En 1898 comenzó a enseñar el idioma ruso, mientras ella misma lo estudiaba, en el Ruský kroužek v Brne (Círculo Ruso de Brno), fundado por Janáček y sus amigos el doctor František Veselý y el editor Joža Barvič. El 7 de junio de 1899 declamo versos por motivo del centenario de Aleksandr Pushkin en una ceremonia organizada por el Círculo Ruso. Olga tenía prohibidos los bailes y otras diversiones similares debido a su precaria salud, se le conocieron varios coqueteos inocentes con jóvenes, ¿quizá como una forma de rebelión ante las imposiciones?, sin embargo, quiso mantener relaciones serias con un muchacho, a lo que Janáček se opuso tajantemente porque conocía la mala reputación de éste. Cuando descubrió que su padre tenía razón, Olga escribió al chico, que estaba estudiando en Viena, para romper su relación, la respuesta de él fue que le pegaría un tiro cuando la encontrara. Ante esta contrariedad los padres decidieron enviarla a San Petersburgo, donde se encontraba trabajando como ingeniero el tío František Josef, allí perfeccionaría el ruso. Aunque a última hora Zdenka se oponía al viaje, padre e hija lo realizaron igualmente en marzo de 1902, Janáček  regresó ese mismo mes, su hija cumpliría veinte años en agosto, cuando estaba previsto su regreso. Pasados dos meses desde su traslado, Olga, contrajo fiebre tifoidea y tuvo que ser hospitalizada, aunque se iba recuperando poco a poco, en junio tuvo una grave recaída. Sus padres, muy preocupados, emprendieron el viaje a San Petersburgo. Leoš regresó a Brno, y cuando su esposa e hija volvieron, se encontraron con el en Varsovia a mediados de julio. Ya en Hukvaldy la salud de Olga no mejoró y, aunque en Brno sintió algo de restablecimiento, falleció la mañana del 26 de febrero de 1903, tenía veinte años. En abril Janáček compuso la  Elegía sobre la muerte de mi hija Olgasobre un texto de Marie Veveritsa.


 Obras de madurez, nuevos amores.


 Jenůfa es una ópera en tres actos con música y libreto del propio Leoš Janáček sobre una pieza teatral de  Gabriela Preissová. El compositor dio por terminada la obra el 25 de enero de 1903, un mes antes de la muerte de su querida hija. Se estrenó el 21 de enero de 1904 en el Teatro de Brno donde fue recibida con entusiasmo, antes había sico rechazada en Praga debido a la enemistad entre su autor y Kovařovic. En Brno se repuso en 1906, 1911 y 1913, pero no fue hasta el 26 de mayo de 1916 que se representó en el Teatro de Praga. Dedicada a la memoria de su hija, supuso el primer éxito internacional de Janáček. Después de pasar por Alemania en 1918, y por Nueva York en 1924, cayó en el olvido durante cincuenta años.

 Cuando el manuscrito de Jenůfa fue devuelto desde Praga, Zdenka se lo ocultó a su marido durante un tiempo, pero éste terminó enterándose. Otra vez decepcionado, y además deprimido, Janáček decide ir a recuperarse al balneario de Luhačovice, allí conoce, en el verano de 1903, a Kamila Urválková, de la que termina enamorándose, ella le proporciona el argumento de su siguiente ópera, Osud. El 1 de mayo de 1904, Janáček asiste a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Varsovia, durante el concierto se anunció la muerte de Antonín Dvořák. Durante el verano, Janáček y Kamila, continúan coqueteando en Luhačovice.

  Po zarostlém chodníčku "Por el sendero cubierto de maleza", una de las obras más interpretadas de Janáček, es un ciclo de quince composiciones para piano dividido en dos partes. El título deriva de una canción de boda «Oh, el camino a la casa de mi madre está cubierto de maleza, cubierto de tréboles silvestres». Probablemente comenzó a trabajar en 1900 y completo el ciclo en 1912.

 En 1905, el compositor acudió a una manifestación en la que se produjeron disturbios, durante el enfrentamiento entre alemanes y nacionalistas checos, estos últimos se manifestaban porque querían el establecimiento de una universidad checa en Brno, el joven carpintero, František Pavlík, muere a manos de la policía. El luctuoso hecho inspiró a Janáček la sonata para piano 1. X. 1905El estreno fue el 27 de enero de 1906 en el «Club de los amigos de las artes» en Brno con Ludmila Tučková al piano. Dicha universidad otorgó el doctorado honoris causa a Leoš Janáček en 1925.

 Hacia 1906, el compositor, escribe tres obras corales patrióticas sobre textos del poeta Petr Bezruč como protesta por la represión social y nacional. Llamadas Canciones de Silesia llevan los títulos siguientes: Kantor Halfar "El maestro Halfar" (1906), Marycka Magdonova (1908) y Sedmdesát tisíc "Los setenta mil" (1909)


  Kantor Halfar es un joven profesor de Těšín (Moravia), su terquedad por enseñar en checo le hace perder a su prometida, encontrarse aislado, y relegado a un humilde puesto de enseñanza, hasta que una niña descubre su cadáver en la horca después de que se hubiera suicidado.  La más conocida es Marycka Magdonova, trata de una niña que pierde a sus padres en trágicas circunstancias, huérfana, y con cuatro hermanos, va a recoger leña a los bosques de un marques para combatir el frío, es arrestada, consigue escapar y, después, se arroja a un río donde se ahoga. Fue interpretada por el Coro de Maestros de Moravia en 1908 en París y en Praga. En Sedmdesát tisíc quedan setenta mil de doscientos mil, los otros han sido germanizados y polonizados, los setenta mil eligen resistir.

 

Después de otras obras, como Pohádka "Un cuento" (1910), para violonchelo y piano; en 1912, Janáček, compuso el ciclo para piano V mlhách "en la niebla" , y el primero de sus tres poemas sinfónicos, Šumařovo dítě "el hijo del violinista". Ese año, el compositor pasó junto a su mujer, un periodo de tres semanas de vacaciones en la ciudad costera de Crikvenica (Croacia), la pareja se llevó razonablemente bien. Janáček comenzó a trabajar en 1908 en la primera parte de su quinta ópera, terminó en 1917, cuando completó la segunda parte. Se trata de la ópera burlesca en dos actos Výlety pana Broučka do Měsíce/Výlety pana Broučka do XV. století "Las excursiones del señor Broucek a la Luna/Las excursiones del señor Broucek al siglo XV", basada en dos novelas con los mismos títulos de Svatopluk Čech. Tuvo varios libretistas y se estrenó el 23 de abril de 1920 en el Teatro Nacional de Praga. La acogida fue fría.


Reconocimiento internacional, nuevas infidelidades, separación matrimonial definitiva.


 Mientras se desarrollaba la Primera Guerra Mundial, el 26 de mayo de 1916 pudo representarse Jenůfa en el Teatro Nacional de Praga. Fue un éxito absoluto. Se hallaba presente en la sala Max Brod, quien se convertiría en el traductor de Janáček desde ese momento para siempre. Con la inestimable ayuda de Brod, que llegó a decir de Janáček: «tiene el fino arte de hacer enemigos», por fin, cuando el compositor cumplía 62 años, después de tanto rechazo y, prácticamente, del aislamiento de su música en Brno, comenzaba su merecido reconocimiento internacional. 

 Gracias a Max Brod es que hoy conocemos la obra de Franz Kafka. Aquel desobedeció la orden de su colega casi coetáneo, se llevaban un año, de destruir todos sus manuscritos. En 1924, Brod, escribió la primera biografía de Leoš Janáček. 

 En el elenco de Jenůfa, que participó en la primera representación en Praga, se encontraba la mezzosoprano Gabriela Horvátová, con la que Janáček inició una relación amorosa. Ella estaba casada, pero practicaba, de acuerdo con su esposo, una filosofía de amor libre. Este nuevo idilio del compositor provoco que, el 10 de julio de 1916, Zdenka intentara suicidarse mediante veronal, un somnífero mortal en dosis excesivas, y algo de morfina. Fue encontrada inconsciente por la mañana por Mářa Stejskalová, ama de llaves de los Janáček, sirvió al compositor desde 1894 hasta la muerte de éste en 1928, continuó al servicio de la esposa del músico también hasta que murió ésta en 1938. Zdenka fue trasladada a un hospital donde pudo recuperarse, gracias a que no había tomado una dosis demasiado alta, después de un lavado de estómago.



Gabriela Horvátová como Kostelnička, madrastra de Jenůfa, en el estreno de Praga en 1916. 


 En julio de 1917, en el balneario de Luhacovice, Janáček conoció a Kamila Stösslová (nombre de nacimiento Kamila Neumannová), una señora casada de 38 años, de la que se enamoró y con la que mantuvo una amplia correspondencia. Aunque esta mujer admiraba al maestro se preocupó de no sobrepasar otros límites más allá de la amistad. Janáček escribiría: «¡Gracia señora! Hemos caminado juntos y la gente nos envidiaba, y sin embargo tú sólo hablabas de la felicidad de tu familia y yo de mi infelicidad...». Sin embargo, para el compositor fue la musa de algunas de sus últimas obras, como por ejemplo, La zorrita astuta. Con todo, este último intento de conquista por parte de Janáček hizo que, el 19 de enero de 1918, firmara junto a su esposa un acuerdo de divorcio.

   

Leoš Janáček y Kamila Stösslová

 


 Obras maestras de madurez

 

 Al finalizar la Primera Guerra Mundial se desmembró el Imperio Austrohúngaro, la república de Checoslovaquia fue reconocida como un estado independiente. Este periodo coincide con una gran inspiración creativa del compositor. En 1918 termina una de sus obras más conocidas, la rapsodia para orquesta Taras Bulbabasada en la novela homónima de Nikolai Gogol, se estrenó en el Teatro Nacional de Brno el 9 de octubre de 1921 bajo la dirección de František Neumann, este director se convertiría en un habitual en las primicias del compositor. En 1920, Janáček, aunque siguió dando clases, cesó en su puesto como director del Conservatorio de Brno, que él mismo había fundado el 25 de septiembre del año anterior en la antigua escuela de órgano. En diciembre de ese año dio por finalizado el Diario de un desaparecidoun ciclo de 22 canciones para tenor, contralto, tres voces femeninas y piano, la primera representación fue en el Teatro Nacional de Brno el 18 de abril de 1921. Por esas fechas Zdenka trataba de traer a su padre a vivir en su casa de Brno, pero Janáček recordaba: «... una vez tuve una madre pobre e indigente a la que no se le permitió vivir conmigo...». Al final, la hija del anciano Schulz encuentra un lugar de alquiler para su padre. El 23 de noviembre de 1921 Se estrenó la ópera Káťa Kabanová en el Teatro Mahen de Brno, a la batuta estuvo František Neumann , quien estaría en el podio en otros tres estrenos de óperas de Janáček. 


Káťa Kabanová: Inspirándose en el amor que sentía por Kamila Stösslová, a quien fue dedicada, Janáček compuso esta obra basada en el drama más conocido de Aleksandr Ostrovskij, La tormenta o El huracán, del libreto se encargó Vincent Červinka. La protagonista, Katia, para quien están escritos los mejores números musicales, es una mujer casada que tiene una aventura aprovechando la ausencia de su marido, cuando su amante, Borís, tiene que marcharse, ella se suicida arrojándose al río. 

 

 El 31 de diciembre de 1921, Janáček, le compró, en Hukvaldy, la casa a su cuñada, Marie Janáčková, que había enviudado de František en 1908. Escribe a Kamila Stösslová «He comprado una linda casita con cuatro cuartos, un jardín, un establo, un campo. Era de mi cuñada. Creo que por cuarenta mil coronas lo he hecho bien». Su hermana Josefa se encargaba de cuidarla cuando él no estaba.


La casa que había pertenecido a su hermano František, comprada por el compositor en 1921, hoy es la Casa-Museo Leoš Janáček.


 El 24 de abril de 1922, en un concierto organizado por el Club de Jóvenes Compositores de Brno, el violinista František Kudláček y el pianista Jaroslav Kvapil dieron a conocer la Sonata para violín de Janáček. Del mismo año es la obra coral para soprano, tenor, barítono y coro masculino Potulný šílenec "El loco errante".


 Potulný šílenecSe estrenó en Rosice, cerca de Brno, el 21 de septiembre de 1924. Para componer esta pieza, Janáček, se inspiro en la letra de un poema de Rabindranath Tagore que escuchó en la conferencia que éste había dado en Praga en 1921. En la lápida de la tumba del compositor, en Brno, hay grabado un fragmento de esta canción.  


 De 1923 son el primer cuarteto de cuerdas y la ópera La zorrita astuta. El Cuarteto de cuerda n. 1 de Janáček, conocido como "Sonata Kreutzer", se dio a conocer en Praga el17 de octubre de 1924. 


 La zorrita astuta, ópera con música y libreto del mismo compositor, basada en el cuento de hadas La zorrita de Rudolf Těsnohlídek, fue estrenada el 6 de noviembre de 1924 en Brno bajo la dirección, ya habitual, de František Neumann. La historia de Těsnohlídek apareció publicada en unas tiras cómicas del periódico Lidové noviny del 7 de abril al 23 de junio de 1920, se acompañaba de viñetas de Stanislav Lolek. La historia se publicó como novela en 1921. Fue en el libro donde se inspiró Janáček para comenzar a trabajar en su ópera a partir del verano de 1922. Él mismo se reflejó como el personaje del guardabosques y, a su musa, Kamila Stösslová, la imaginó como la zorrita.



 

Monumento "La zorrita astuta" en Hukvaldy


Últimos años


 En 1924 se celebran varios conciertos para festejar el setenta cumpleaños de Leoš Janáček. A petición de la editorial Hudební matice de Praga, el amigo del compositor, Max Brod, escribió la primera biografía del músico. Además, Janáček concede una entrevista en Brno a Olin Downes, crítico musical del The New York Times. En 1925, nuevamente con música y libreto propios, Janáček terminó la ópera Věc Makropulos "El caso Makropulos"Ese mismo año recibe el primer doctorado honoris causa otorgado por la Universidad Masaryk de Brno. También hace un viaje a Venecia para asistir a un festival organizado por la Sociedad Internacional para la Música Contemporánea donde se interpretó música suya. Termina la Sinfoniettaobra para gran orquesta dedicada a las fuerzas armadas checoslovacas.

 La popularidad de Janáček en Gran Bretaña se debió, en buena medida, a la mecenas y crítica musical inglesa Rosa Newmarch. A finales de enero de 1926, la escritora invitó al compositor a Inglaterra, adonde el músico acudió desde Alemania. El 6 de mayo se interpretaron en el Wigmore Hall de Londres obras de Janáček, como la Sonata para violín. A finales de mes, el compositor, se halla en Berlín. De regreso en Hukvaldy, el 7 de julio, asiste al descubrimiento de una placa conmemorativa en su honor colocada en su casa natal. El 30 de octubre completó Capriccio.


Placa que puede verse en la casa natal de Janáček colocada en su honor


 

 A veces subtitulado Vzdor "desafío", Capricciose trata de un concierto de piano para la mano izquierda con acompañamiento de siete instrumentos de viento. El pianista Otakar Hollmann, herido de bala en la mano derecha durante la Primera Guerra Mundial, encargó la pieza a Janáček, aunque éste la compuso, no hizo amagos de dedicársela al pianista. Finalmente, Hollmann, estrenó el Capriccio en Praga el 2 de marzo de 1928, fue el último concierto de su música al que asistió Janáček antes de su muerte.



Fotografía de Leoš Janáček con la fecha del 30 de abril de 1926 anotada


 


 En 1927,  Alberto I de Bélgica nombró a Janáček Caballero de la Orden de Leopoldo. El mismo año, junto a Arnold Schönberg y Paul Hindemith, es nombrado miembro de la Academia de las Artes de Prusia. El 5 de diciembre se estrena en Praga la Misa Glagolítica. Janáček la había dado por finalizada el 15 de octubre de 1926. Fue escrita para gran orquesta, cuatro solistas (soprano, contralto, tenor y bajo), doble coro y órgano. En una entrevista, Janáček, que no era creyente, dijo sobre la misma: «Quería retratar la fe en la certeza de la nación, no bajo un prisma religioso sino como una fuerza moral que toma a Dios por testigo».

 Después del Cuarteto de cuerda n.° 2, titulado "Cartas íntimas", Leoš Janáček creó su última obra, Z mrtvého domu "De la casa de los muertos", ya que para la música incidental de la comedia de Gerhart Hauptmann, Schluck und Jau, solo llegó a completar dos movimientos antes de su muerte. El cuarteto fue escrito entre el 29 de enero y el 19 de febrero de 1928. Algo antes, el 14 de enero, el compositor se había enterado del suicidio de su amigo Rudolf Těsnohlídek. En principio el Cuarteto de cuerda n° 2 se subtituló "Cartas de amor", aunque al compositor le pareció demasiado atrevido y lo sustituyo por el de "Cartas íntimas". En el pensamiento tenía a su último gran amor, Kamila Stösslova, una mujer casada, casi cuarenta años más joven que el, de la que se enamoró, pero también, la que nunca le ocultó la admiración, el respeto y el amor que sentía por su marido, David Stössel, y por sus hijos, Rudolf  y Otto. De la casa de los muertos es la última ópera y, también, la última composición de Janáček, se estrenó póstumamente en Brno el 12 de abril de 1930. Con música y libreto de su autor, está basada en la novela Recuerdos de la casa de los muertos, de Fiódor Dostoyevski.

 El 30 de julio de 1928, Kamila y su marido, con su hijo pequeño, Otto, de once años, visitaron al compositor en Hukvaldy. El lunes 6 de agosto, o el martes 7, Otto se perdió en el bosque. Janáček sale a buscarlo y, aunque regresa sin encontrarlo, el chico aparece solo sano y salvo. pero como consecuencia de la expedición, el compositor sufre un fuerte resfriado, a última hora del día ocho tiene fiebre. El médico de Hukvaldy diagnostica una neumonía y recomienda el hospital, Janáček se niega. El jueves 9 de agosto le insisten en que acuda al hospital, finalmente, al día siguiente, acepta el consejo y es conducido en ambulancia al sanatorio de Ostrava. El sábado se encuentra en estado crítico. El domingo 12 de agosto de 1928, después de tomar un sedante, Leoš Janáček, se duerme a las nueve de la mañana, murió una hora después.


 

Sepultura de Leoš Janáček en Brno



 Zdenka Janácková dictó sus memorias a una secretaria entre 1933 y 1935, pero no se publicaron hasta 1998.